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Blogs Tiro al blanco por Tomás González-Martín

Carta abierta a Cristiano Ronaldo

Tomás González-Martín el

Usted, señor Cristiano Ronaldo dos Santos Aveiro, es el futbolista más importante del Real Madrid desde la era Di Stéfano, que revolucionó el Real Madrid y lo convirtió en un club de fama mundial. Aquel Madrid, con Puskas, Kopa, Rial y Gento, según los diferentes momentos, se hizo archiconocido en todo el planeta al conquistar cinco Copas de Europa consecutivas. Desde entonces, esta casa no había tenido una estrella como usted. Y esto es mucho decir en un equipo que ha disfrutado en los años sesenta y setenta con Amancio, Pirri, Velázquez y Santillana, quien enlazó con la Quinta del Buitre de los ochenta, junto a Míchel y Hugo Sánchez. Es mucho decir en una entidad que contó en los años 2.000 con Zidane y Ronaldo Nazario da Lima. Pues usted, Cristiano Ronaldo, es la otra gran figura histórica del Real Madrid. Y solo lleva cinco años en la empresa. Pero usted, en cinco campañas, se ha convertido en el cuarto goleador eterno del club, solo superado por Santillana, Di Stéfano y Raúl. Usted, en cinco cursos, ha hecho más historia que cientos de futbolistas durante décadas. Usted decidió la Liga 2011-12 y la supercopa 2012. Usted sentenció la Copa 2010-11. Usted ha ganado el Balón de Oro 2013. Y usted es imprescindible actualmente en la persecución de tres títulos.

El madridismo se lo ha reconocido. Le ha aplaudido, ovacionado, aclamado. Ha coreado su nombre. Primero ¡Ronaldo, Ronaldo!. Luego, ¡Cristiano, Cristiano!. Trdó en hacerlo. Porque usted, en los dos primeros años, pensaba más en sí mismo que en el club. Celebraba sus goles y no festejaba tanto los que marcaban sus compañeros. Usted cambió esa actitud cuando comprendió la idiosincrasia del público del Real Madrid. La afición le pedía que fuera menos individualista y que jaleara a sus compañeros cuando anotaban, como ellos le abrazaban a usted.

Por eso, dos años después, el pasado sábado, le silbaron de nuevo cuando no dio un pase de gol cantado a Morata y se cebó en su disparo personal. Debe entenderlo. No le pitan a usted, el número uno universal. Silbaron su actitud egoísta. Ancelotti salió a defenderle. Pero usted ha de comprender que los seguidores quieren que todos los futbolistasd trabajen juntos por la consecución de títulos y no se centren en sus logros personales. Ne le pitaron a Cristiano, pitaron un gesto. Porque los espectadores, muchos de los cuales han visto al Real Madrid desde los años cincuenta, quieren un Madrid triunfal y recuerdan que el Madrid de Di Stéfano tenía al primer trabajador en su estrella, Alfredo. Es lo que le ruegan a usted. Que su calidad sea para el equipo, para todos. Que si observa a Morata solo, le conceda ese pase. A Bale le sucede lo mismo, es individualista, y ese personalismo le puede costar al Madrid goles y triunfos en un momento dado. Por eso, la afición les pide a los dos que piensen en el equipo.

Usted es el número uno. Los incondicionales doblan el lomo al cantar su nombre cuando marca. Y usted debe ser siempre el estandarte del madridismo. Los seguidores, que son veteranos, solo dan toques de atención. Han visto mucho fútbol. Usted camina hacia el récord de 323 goles de Raúl. Se dispone a mejorar todas las plusmarcas de tantos, en Liga, en Champions y en general. Es muy probable que lo consiga. Y debe hacerlo con el aura de un futbolista que trabajó para la grandeza del Real Madrid. Es lo único que le ruegan. Entiéndalo. Nunca le pitarán a usted. Le advertirán de una actitud.

Así es el Bernabéu, que nació en 1947, antes que usted y que yo, y que también silbó a Di Stéfano y a Zidane en momentos concretos. Sépalo: ser silbado en el Bernabéu también es un elogio: le piden más porque saben que usted puede conseguir más, dar más, ofrecer más. A quienes no pueden dar más no les silbarán, porque no pueden alcanzar un imposible. A usted, como a Di Stéfano y a Zidane, le piden ese imposible. Le piden la gloria. Porque ustedes están tocados con la varita mágica. Por eso, le ruegan a usted que sea compañero con los normales. Cuestión de dioses. Usted es un icono. Y debe serlo para todo.

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