Escrita, fotografiada, televisada, radiada, cinematografiada, blogueada y, sÃ, hasta «tuiteada». Once años de guerra han dado para eso y más en Afganistán, una Guerra con mayúsculas que ahora tendrá en «La patrulla», del pintor realista Augusto Ferrer-Dalmau (Barcelona, 1964), su primer cuadro. Una obra de arte concebida durante los doce dÃas de agosto en los que el artista, especializado en historia militar, convivió con las tropas españolas en el frente afgano.
«Polvo, viento… eso es Afganistán. Una guerra a disparo limpio, con continuos ataques y combates. ArtillerÃa, ráfagas. El paisaje será el dominante en el cuadro: marciano, lunar, árido, con una luz crepuscular de atardecer», explica Ferrer-Dalmau en su estudio localizado en su vivienda de Simancas (Valladolid).
Junto a un grupo de periodistas, el pintor barcelonés estuvo empotrado con las tropas de la Brigada Paracaidista «Almogávares» VI, desplegadas el pasado verano en la provincia de Badghis. «Los militares se juegan allà la vida. La gente debe saberlo. A tiro limpio están», comenta Ferrer-Dalmau al recordar su estancia en el puesto de combate avanzado «Ricketts», uno de los puntos calientes del despliegue español en Afganistán del que se cumplieron ayer once años.
Notas, encuadres y buscar la temática del cuadro fue la misión principal de Ferrer-Dalmau quien se trajo más de 30 bocetos tras las cinco patrullas y seis desplazamientos en convoy que realizó con los militares españoles. El cuadro final contará con al menos cuatro miltiares españoles y uno afgano. En sus bocetos se observan los escritos tomados sobre el terreno.
–¿Por qué la «La patrulla»?, preguntamos al pintor.
-Producto de nuestras conversaciones con los militares, llegamos a la conclusión de que precisamente patrullar ha sido una de sus principales labores en Afganistán. En el cuadro habrá militares españoles, uno del Ejército afgano, las montañas de Afganistán, el pueblo. Se trata de una patrulla al suroeste de Muqur.
El pintor catalán ya ha plasmado otros avatares de la Historia Militar de España en cuadros como «Jinetes de Alcántara» -donde da cuanta de los últimos laureados de San Fernando por los hechos del Desastre de Annual-, «Rocroi, el último Tercio» -que surgió tras una conversación con el académico y escritor Arturo Pérez-Reverte- o «Agustina de Aragón». También ha plasmado artÃsticamente el buenhacer de la Guardia Civil.
El cuadro «La patrulla» será donado al Ministerio de Defensa. El departamento que dirige el ministro Pedro Morenés debe aún decidir si será finalmente trasladado al Museo del Ejército, sito en Toledo, o si permanecerá en las mismas dependencias ministeriales. El cuadro final medirá dos metros de ancho y 1,5 metros de alto.
Pinceles, pegotes de pinturas sobre una paleta, disolvente, secativo, barnices y un lienzo de lino con los bosquejos de la obra son las materias primas del pintor en un estudio en el que cuenta con una réplica exacta del fusil de asalto HK-G 36, una versión «airsoft».
También exhibe el pintor, orgulloso, una guerrera militar que le dio un «paraca»en Afganistán para que sus atuendos, más llamativos, no le situaran como blanco de la insurgencia y un chambergo con su apellido que le protegió de un sol de «cuarenta y pico» grados.
Ferrer-Dalmau cuenta cómo trató de llevar a cabo este proyecto artÃstico con el anterior Ejecutivo socialista, algo que no fue permitido como tampoco lo era, por ejemplo, la visita de periodistas a las tropas españolas en Afganistán, los denominados empotramientos.
«Para mà fue como volver a la “mili”, a los dieciocho años y aquel tiempo con las “tropas de Montaña”. Una de mis mejores experiencias, sin duda. Pude comprobar cuán profesionales son nuestras Fuerzas Armadas, al nivel de las que más, incluidas las de EE.UU.», relata Ferrer-Dalmau antes de trasladarse al terreno anecdótico: «¡Ojo!, que nuestros militares todavÃa siguen conservando los mismos motes de siempre: el “Malaguita”, el “Sevilla”, el “Checoslovaco”… (en alusión al “che” valenciano)».
Del sudor y el polvo afgano Ferrer-Dalmau se trajo más de 30 bocetos que servirán para ilustrar el libro «Ferrer-Dalmau, arte en el corazón de Afganistán», que publicará próximamente la editora vallisoletana «Galland Books», especializada en obras de Historia Militar. Precisamente su propietario, el ferrolano Lucas Molina, le acompañó durante esos doce dÃas de agosto.
El pasado 11 de enero una maldita bomba acabó la vida con el sargento David Fernández Ureña mientras trataba de desactivarla precisamente en los alrededores de Muqur. Su muerte era la «número 100» de España en Afganistán. «Este cuadro será un pequeño tributo más a unos militares que han dado allà lo mejor de sà mismo. Como tantas veces hicieron en otros conflictos, guerras y misiones». La Guerra de Afganistán ya tiene su cuadro. Ahà quedará para la Historia. «La patrulla».