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Badghis (XII): Policía Militar de Bétera, el guardián de la puerta

Badghis (XII): Policía Militar de Bétera, el guardián de la puerta
Uno de los dos perros de la unidad canina de la Policía Militar husmea la mercancía / JAIME GARCÍA
Esteban Villarejo el

Día 11 en Afganistán: base Ruy González de Clavijo, Qala i Nao. ¿Cómo se accede a la base española?, nos preguntamos. Pues para saberlo nada mejor que dirigirnos a la propia entrada donde en la garita de acceso se encuentran los miembros de la Unidad de Control de Acceso (UCA) del Batallón de Policía Militar de Valencia. Es el único control de acceso peatonal a una base que tiene un perímetro aproximado de 6.000 metros y del tamaño de 70 campos de fútbol. La seguridad de ese perímetro corresponde a otra unidad de seguridad específica que, por ejemplo, en la entrada tiene dos torretas de vigilancia con tiradores.

Un policía militar cachea a un comerciante afgano el viernes de mercadillo / JAIME GARCÍA

 

Lo primero que sorprende de estos policías militares es que no llevan su nombre en la solapa de la guerrera. En los cuatro pone: “Policía Militar”. Y, ojo, no se confundan porque son militares como cualquier otra unidad. “Lo hacemos para que no nos puedan reconocer, ni saber nuestra identidad”, explica uno de ellos.

En este contingente Aspfor XXXII -que pronto cumplirá los seis meses y prepara ya su relevo- esta unidad de valencianos ha sido la encargada de los controles exhaustivos a todo individuo que accediera a la base, la mayoría trabajadores afganos. También de los vehículos que llegan para prestar servicios o transportar mercancías. La unidad la componen 15 militares: un jefe brigada, un sargento primero, dos cabos 1º, tres cabos y ocho soldados, uno de llos pertenece al equipo cinológico que tiene dos perros que husmean exhaustivamente cada paquete y vehículo.

Estrellas de pinchos como medidas de seguridad en el acceso de vehículos / JAIME GARCÍA

 

En la base de Qala i Nao trabajan trabajadores locales. Cocina, obras, limpieza, mantenimiento, intérpretes… y ¡”Miguelete”!, que es como llaman estos valencianos al afgano Ghulam Rasun -“gran conocedor de las personas de Qala i Nao”-, el primer filtro del control de acceso desde la garita en la que se encuentra.

En este punto toca aclarar la referencia a “miguelete”, un término que se empleaba para designar a los miembros de la milicia que se alistaban con carácter voluntario o mercenario en tiempos de la Corona de Aragón.

Una vez que “Miguelete Ghulam Rasun” da el visto bueno a la persona o dos que quieren acceder a la base (no más al mismo tiempo), estas deberán zigzaguear por un pasillo de acceso donde hay colocadas tres barreras de alambre de espino y en el lateral un muro de hormigón.

Dos comerciantes afganas con sus hijos se dirigen al mercadillo / JAIME GARcÍA

 

“Es una medida para que nadie pueda correr y así podemos tener más tiempo de reacción”. En ese pasillo reciben las primeras informaciones del intérprete que trabaja para la unidad, que es diferente a “Miguelete”. Se trata de un joven veinteañero que les acompaña, al tiempo que observan en los carteles las primeras indicaciones en dari y visuales, porque no todos saben leer. La chaqueta siempre en la mano.

Tras depositar todos y cada uno de sus objetos en una bandeja pasan un detector de metales. Luego son cacheados milimétricamente. Estos militares tienen auténtica destreza en este quehacer. La militar se prepara para el cacheo en caso de que el nuevo visitante sea mujer. A los niños le suelen regalar caramelos y les realizan alguna carantoña.

En caso de que la identidad no sea reconocible o haya dudas existen dos procedimiento adicionales: un control de iris que realizan los propios miembros de la Policía Militar o un control biométrico que llevan a cabo los guardias civiles previo requerimiento. Sí, también hay Guardia Civil en Qala i Nao, como en Kabul y Herat.

Detector de metales para registrar a una mujer  / JAIME GARCÍA

 

El día de más faena de esta unidad suele ser el viernes de mercadillo cuando unos cincuenta comerciantes de Qala i Nao acuden a la base con sus carro-motos, carritos y bolsas a vender productos de artesanía, electrónica y demás cacharrería. El acceso comienza a las tres y media de la tarde  y, con una destreza sorprendente los perros husmean cualquier cosa en busca de restos de explosivos principalemente. También se filtran objetos cuya venta está prohibida en la base. El ejemplo, un AK-47 inutilizado.

Con un “tasacor” -gracias en lengua dari- termina el policía militar su proceder. Son eso, policías militares. A secas. Valencianos con su “miguelete” a las puertas.

Un perro husmea un carrito en busca de resto de explosivos, principalmente / JAIME GARCÍA
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