El Gobierno, con cierto sigilo ya que las compras de Defensa no hay que publicitarlas en exceso y menos en precampaña (pensarán), ha dado luz verde en el último Consejo de Ministros a la adquisición de cuatro drones MQ-9 Reaper por 158 millones de euros.
Este sistema aéreo tripulado remotamente (RPAS, en las siglas del argot aeronáutico-militar) fabricado por la empresa General Atomics es operado ya por Francia en el Sahel y ha sido adquirido también por otras fuerzas aéreas europeas como Italia, Reino Unido y Holanda.
La US Air Force, evidentemente, también lo utiliza en sus múltiples operaciones militares siendo la única que hasta el momento lo vuela con armamento (bombas). La NASA y el Departamento de Seguridad estadounidense también cuentan con unidades de este drone que en sus inicios operativos en 2007 se denominaba Predator B, para luego llamarse Reaper (segador, en inglés).
El Ejército del Aire español se unirá así en 2017, cuando reciba los dos primeros drones y la estación móvil de control terrestre, al club de países europeos de la OTAN en tener operativa esta capacidad clave para la inteligencia y la vigilancia terrestre y marítima.
Pero, ¿qué misiones tiene previsto desarrollar el Ejército del Aire con este nuevo avión no tripulado dentro de su estructura operativa? Vaya por delante que, por ahora, no hay intención de que los MQ-9 Reaper puedan llevar bombas. Esa opción se descarta.
La referencia del Consejo de Ministros sí que detalla las posibles operaciones en las que estos drones podrían verse involucrados atendiendo a «la naturaleza asimétrica de los nuevos conflictos»:
1. Realizar, tanto en el entorno terrestre como marítimo, misiones de reconocimiento, vigilancia, designación de objetivos, evaluación táctica de daños y relé de comunicaciones.
2. Misiones de apoyo al combate como guerra electrónica.
3. Misiones de detección de amenazas NBQR (nuclear, biológica, química o radiológica).
4. Detección de IED (artefactos explosivos improvisados) desde el aire, reportando la información a la estación de control terrestre.
5. Apoyo al salvamento y rescate aéreo.
A nadie se le escapa que para España son áreas de interés el propio Sahel y el Mediterráneo (terrorismo yihadista, mafias de la inmigración ilegal y narcotráfico) donde la OTAN tiende cada vez a mirar más (Flanco Sur). El Ejército del Aire también podría usar estos aparatos en misiones internacionales o la denominada Alianza de Vigilancia Terrestre (AGS) de la OTAN, cuya base estará en Sicilia.
El vuelo de drones aún tiene un vacío de legislación y regulación en el espacio aéreo europeo, este es un problema que deberá ir resolviéndose en los próximos años. Países como Francia lo utilizan en el Sahel en misiones ISR (identificación, vigilancia y reconocimiento, en sus siglas en inglés). EE.UU. sí los ha artillado y ha llevado a cabo ataques con ellos, en escenarios como Yemen o Afganistán.
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