Este post va a ser un poco atípico. Os voy a descubrir una faceta mía que pocos conoceréis: mi pasión por la buena mesa y el buen vino. Es una afición mamada (aunque odio este termino) y heredada de dos personas muy relevantes en el mundo de la gastronomía.
Mi madre, Ymelda Moreno, forma parte de la Junta Rectora de la Real Academia de Gastronomía y es la Presidenta de la Cofradía de la Buena Mesa, que fundó y presidió en su momento mi abuelo, Paco ‘Andes’. Y ambos fueron dos de los mejores críticos gastronómicos que ha tenido este país (y no es amor de hija y nieta). Mi abuelo escribía en ABC, bajo el seudónimo Savarín, y mi madre empezó en el mismo periódico y siguió en el desaparecido Ya, firmando como Zenón.
Con estos genes, no sorprende que yo escriba (aunque en mi caso sea más bien de dietas!), ni que el tiempo que no estoy delante del ordenador, lo pase delante de un buen plato y una copa de tinto. Yo también soy miembro de la Real Academia de Gastronomía y vicepresidenta de la Academia Madrileña de Gastronomía, que fundé y presidí yo hace 10 años. Como me habréis oído decir más de una vez algunos, todo lo que gano hablando sobre celulitis, me lo como!
La razón de que os cuente todo esto es porque os sorprenderá el giro que, de repente, va a dar este post, en el que hablo tanto (o más) de variedades de uvas que de activos antiarrugas.
Y es que tuve la suerte de asistir a una cata muy especial en el mes de Julio en The Craft, el club de socios que Abadía Retuerta tiene en la calle Ortega y Gasset 21, donde el objetivo era “maridar” cremas de LA MER con vinos de ABADIA RETUERTA.
Y pongo maridar entre comillas, porque es un término que no me convence. Entre los académicos siempre tenemos el mismo debate, ¿maridaje o armonía?, cuando hablamos de platos y vinos que, tomados juntos se enriquecen y ensalzan mutuamente. Como no me gustan ninguna de las dos palabras, vamos a hablar de afinidad, que define mucho mejor lo que sucedió entre estos dos productos, a priori, tan diferentes.
Pensaréis (yo también lo hice), ¿por qué juntan el tocino con la velocidad? A lo que Ana Fernández Parrilla, la organizadora del evento me contestó : “Esta asociación no es gratuita: el ingrediente principal de La Mer es resultado de un proceso de fermentación, como lo es el vino, y las firmas comparten valores como perseverancia, aportación científica, trabajo artesanal, el vínculo con la naturaleza…”.
La cata consistió en probar 3 vinos, escogidos por Mara Martín, sumiller de Abadía Retuerta, que tenían vinculación con 3 cosméticos de La Mer. “Se trata de usar otros sentidos que no sea el gusto para descubrir que se pueden complementa bien ambos productos”.
Y empezó esta peculiar cata por parejas!!
1.Selección Especial 2010/La Créme de la Mer.
El primero es el vino con más difusión y más premiado de esta bodega (y cuesta solo 18€) y la segunda lo es ídem en su categoría. El vino está elaborado con una selección de los mejores racimos de cada uno de los pagos que posee Abadía Retuerta en Sardón de Duero (tempranillo, cabernet y merlot), fermentados durante 16 meses en roble francés, y la crema (245€) contiene los minerales y vitaminas de un alga gigante (puede llegar a crecer hasta 61 cms en un día) que fermenta con luz y el sonido del mar durante 3 o 4 meses y da lugar al famoso Miracle Broth (o caldo milagroso), que regenera hasta las pieles más estropeadas.
2. Pago de Valdebellón 2010/ Suero Regenerador.
Un vino de “terroir” (terreno delimitado que presenta alguna particularidad que hace que el producto que ahí se cultiva sea diferente), elaborado solo con cabernet sauvignon (69,44€), y en el que sus uvas se tratan y recogen con mimo para obtener todo el potencial que ofrece su microclima (el aroma a hierbas aromáticas, especiadas y picantes…). El suero (260€) está formulado con un fermento del caldo marino, que se corta y recolecta a mano (para no cortar de raíz) y de ese modo, solo extraen sus células madre. Y este fermento repara la piel de una forma asombrosa (lo hace hasta con quemaduras. ) Pura artesanía en ambos casos.
3. Pago Garduña 2000/The Eye Concentrate
Este vino de pago (58€) de la variedad Syrah (mi favorita), tiene sus vides plantadas sobre un suelo calizo, en una vaguada rodeada de pinos que las protegen de los vientos. Sumado a un reposo de 20 meses en barrica nueva francesa, revela las notas balsámicas y tostadas de esta uva potente, que da lugar a vinos persistentes y muy equilibrados como este. En el contorno de ojos (165€) el caldo se ha “cocinado” de tres formas diferentes para conseguir una formula que borrara las ojeras. Además incorpora energías magnéticas que atraen los pigmentos oscuros, y un aplicador con un extremo esférico de plata que refresca la piel y mejora la micorcirculación de la zona. Dos “delicatessen”, uno para el paladar, y el otro para la piel.
¿Veredicto? Disfruté mucho con la cata. ¡Mis dos pasiones juntas! De los vinos me quedo con el 1 y el 3, y de las cremas con la 2 y la 3 (siempre me falló la textura de la 1, pero su versión soft me tiene enamorada). Un lujo tener productos de este nivel en la misma mesa! Pero lo que se dice maridar (o armonizar)… Dejémoslo en que consiguieron la afinidad de la que hablábamos al principio, porque comparten años de investigación y trabajo artesanal, el amor por la naturaleza, la excelencia…
Gracias Ana por esta experiencia única!!
¡Y por el regalazo que me llevé a casa!
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