Los dothraki galopan hacia las tinieblas con sus espadas curvas como hoces convertidas en antorchas. Se arrojan contra un ejército de sombras, de zombies, en un paisaje helado. Solo esa escena del último episodio de Juego de tronos ya significa un logro visual nunca antes visto. En el horizonte de la batalla, las espadas se van apagando lentamente, a lo lejos, en una oscura certidumbre de pavor y derrota. Y, sin embargo, leemos estos días críticas y enmiendas totales al episodio. Que si es oscuro -es de noche-, que si no tiene intriga política ni sentido -cuando es la batalla anunciada durante siete temporadas-… Y así todo.
No lo hay como ser crítico cuando la expectación es máxima. Es una estrategia que llama la atención. El estreno de la última temporada de Juego de tronos y, sobre todo, la llegada de la batalla contra las huestes zombies del Rey de la Noche han desatado una fiebre enorme. Ahora parece que «es oscura», se nota «que no hay libro detrás y aparece el deus ex machina». Así que digamos aquello de valar morghulis, la expresión tantas veces oída en las siete temporadas previas, que significa que «todo hombre debe morir» en alto valyrio. Es algo así como el memento mori de la serie, pero ahora se lo tiene que aplicar la propia producción de la cadena HBO.
Porque parece que “Juego de Tronos” es mortal, y con ello se entiende que también tenía sus días contados la extraña unanimidad sobre su maravillosa mezcla de lo medieval, lo mágico, y una política llena de metáforas sabrosas para nuestro presente. En España nuestros políticos quieren ser la Khaleesi, tanto del centro derecha como de la extrema izquierda, pero aquí no ha llegado aún el invierno; no ha llegado ni el verano y empieza otra campaña electoral con dragones.
Yo sigo viendo la serie por el momento. Me divierte, aunque sea todo el rato de noche. También a los críticos se les nota un poco su propio deus ex machina, como si les defraudase porque esperaban una revelación y el final fuera a resolver dudas existenciales. Mañana seguirá… Pues eso: ¡Valar morghulis!
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