ABC
| Registro
ABCABC de SevillaLa Voz de CádizABC
Blogs El rincón del gato por Roberto Macedonio

Un rincón “secreto” para disfrutar de la primavera

El escondido Jardín del Príncipe de Anglona está separado del ajetreo de la ciudad por unos muros centenarios

Un rincón “secreto” para disfrutar de la primavera
Jardín del Príncipe de Anglona, plaza de la Paja, número 6, Madrid
Roberto Macedonio el

En pleno centro de Madrid, en la zona baja de la Plaza de la Paja (La Latina), se esconde uno de esos rincones encantados de la capital. Al Jardín del Príncipe de Anglona se accede a través de una pequeña puerta que te lleva a un espacio de contraste con el ritmo de la ciudad. La puerta, abierta de diez de la mañana a diez de la noche, lleva el número 1 de la calle del Príncipe de Anglona. La mayoría de personas que la cruzan lo hacen casi por accidente, porque desconocen que detrás de los sobrios ladrillos que la rodean se encuentra un jardín con semejantes características. Por lo general, está poco transitado, la discreción del lugar hace que casi siempre esté medio vacío.

Puerta de acceso al jardín.
En realidad, este jardín no se construyó para atraer al público, quizá por eso siga siendo desconocido para muchas personas. Más bien, la idea original era mantener la privacidad de quienes lo podían disfrutar, y lo consiguieron. Para entender esto debemos poner la vista en el palacio que hay a su lado, construido en el siglo XVII con el propósito de albergar la residencia de Pedro de Alcántara Téllez-Girón y Pimentel, II Príncipe de Anglona y IX marqués de Javalquinto. A lo largo de la historia han vivido en sus habitaciones varias familias ilustres, pero la realidad es que el jardín que conocemos ahora, abierto al público por el Ayuntamiento de Madrid en 2002, después de permanecer más de una década cerrado, no es exactamente igual que el original.

Aunque no disfrutemos del aroma de las mismas flores, entre las que se relajaban los señores de palacio, el jardinero y botánico Eduardo Barba, recomienda este lugar porque cree que es fascinante “traspasar la puerta y descubrir un jardín lleno de encanto detrás de unos muros centenarios”.  La realidad es que la actual distribución del espacio corresponde a una recreación “de un paisajista muy importante en Madrid, Javier de Winthuysen, en la que se nota la herencia clásica y romántica por los setos bajos y las pérgolas cubiertas por rosales”, explica Eduardo Barba. El trazado original es de Nicolás Chalmandrier, que convirtió lo que estaba denominado como “sitio sin labrar”, en un noble y apacible rincón en 1761.
La magia de este lugar no solo viene dada por las plantas, también por el sonido que las acompaña. Es impresionante como el ruido del tráfico queda silenciado por el roce que la brisa provoca en las hojas, el goteo de su pequeña fuente o el canto de los pájaros. Y es que los gorriones son los que más aprovechan los 800 metros cuadrados diseñados por Winthuysen, es frecuente verlos revolotear entre las pérgolas, descansar a la sombra o beber agua con tranquilidad en la fuentecilla.

De la historia a la leyenda

Cartel de la calle del Toro, Madrid
Madrid es una ciudad llena de historias y queremos ir más allá de lo que recogen los libros. Por ello, hay que señalar un hecho que ocurrió en este mismo punto, incluso mucho antes de que se construyera el palacio. En siglo XI un toro provocó el pánico de quienes vivían en lo que después sería el Jardín del Príncipe de Anglona.
El historiador Juan Torrenova asegura que era bastante habitual que los vecinos hicieran en plena calle duelos con toros a modo de celebración, “como si fueran recortadores, pero uno de los toros enloqueció y puso a todos en peligro, hasta que un bravo caballero le arrancó el cuello con sus propias manos al animal”. Cuando el valiente caballero se quita el yelmo, asegura Torrenova, “todos vieron el rostro del Cid Campeador”. La leyenda cuenta que el Cid regaló la cabeza a una joven que se enamoró de él tras ver su hazaña y “cada vez que la muchacha suspiró por el Cid cuando este se marchó, la cabeza del toro le respondía con un mugido”.
Vistas del centro de Madrid desde el interior del Jardín del Príncipe de Anglona.
Pegada al Jardín del Príncipe de Anglona hay una pequeña y estrecha calle que comunica la Plaza de la Paja con la Plaza del Alamillo; hoy se sigue llamando calle del Toro. Han pasado diez siglos de esta proeza convertida en leyenda y, después, convertida en calle. No cabe duda de que el jardín está rodeado de magia dentro y fuera de sus muros. No sabemos si será cierto que el Cid acabó con aquel toro, lo que sí sabemos es que las rosas del jardín han sido testigo de paseos en silencio, llantos, reflexiones y primeros besos. Hay que ir hasta allí para sentirse por un momento como el Príncipe de Anglona o, quién sabe, como el Cid Campeador.
Madrid capitalNaturaleza

Tags

Roberto Macedonio el

Entradas más recientes