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Blogs Puentes de Palabras por José Manuel Otero Lastres

La Fundación Excelentia, Ennio Morricone y la COVID-19

José Manuel Otero Lastres el

Ayer, el Director Fernando Furones y la orquesta Royal Film Concert Orchestra, gracias a la Fundación Excelentia, interpretaron un programa de música sinfónica muy bien seleccionado. La parte central era la música de las principales películas compuestas por Ennio Morricone; en bastante menor medida, la de otros compositores de gran renombre como John Williams (Tiburón, Nacido el 4 de julio y Jurassic Park)) y Hans Zimmer (El Rey León); y solo alguna de otros también excelentes como Nino Rota (El Padrino) y Nicola Piovani (La Vida es bella).

La organización fue perfecta ya que se adoptaron las pertinentes medidas de seguridad contra la COVID-19 a lo largo de todo el espectáculo: desde la entrada hasta la salida. La maldita pandemia no pudo, pues, impedir que los asistentes disfrutáramos de casi dos horas de música de un compositor, como Morricone (me voy a referir solo a él) que, como señaló el Director Furones, dentro de unos años estará en la historia de la música a la altura de los más grandes compositores de música clásica.

De todas las piezas que interpretaron me emocionaron especialmente las siguientes y por este orden: Cinema Paradiso, La Misión, Hasta que llegó su hora, y Chi Mai (El profesional). Los sonidos sublimes de todas esas composiciones musicales, maravillosamente ejecutados y coordinados, me produjeron una embriagante sensación de bienestar. Y es que hay pocos acontecimientos que nos movilicen tanto como los espectáculos musicales. A cada grupo social, le atrae un tipo de música, pero a todos sin distinción este arte de combinar los sonidos nos estimula en lo más íntimo de nuestro sentimiento estético.

No exagero un ápice si digo que ayer mientras se elevaban todas juntas al unísono las notas musicales salidas de aquella multitud de instrumentos musicales dando lugar a Cinema Paradiso y a La Misión sentí una agradable sensación tan placentera que literalmente me conmovió el cuerpo. Cuando cesó este estado de emoción pensé que la cultura, en general, y la música, en particular, son alimentos para el alma que ayudan a recomponer los malos momentos que nos hacen pasar las enfermedades del cuerpo.

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