Ayer y hoy han comparecido ante las televisiones los líderes de las cuatro principales formaciones que componen el panorama político actual para hacer sus valoraciones de los resultados electorales y avanzar sus respectivas políticas de pactos.
Mariano Rajoy, que tardó demasiado en comparecer tal vez para transmitir el mensaje de que no podía valorar individualmente los resultados electorales sino que debía hacerlo antes con su Junta Directiva Nacional, estuvo como se esperaba. Destacó que el PP era el partido que había obtenido más votos; mostró su inconformismo con los resultados; insistió en que seguía siendo el mejor candidato para las generales; reconoció que los resultados insatisfactorios podían deberse también a un problema de comunicación; y confirmó que no haría cambios en la dirección del partido.
Su mensaje rezuma sensatez. Pero me suscita la duda de si no existe una cierta contradicción entre reconocer que no transmitieron correctamente a la ciudadanía su mensaje y mantener la cúpula del partido sin hacer cambios. Si todo va a seguir igual (me refiero a las personas, porque a partir de cierta edad ya no cambiamos), veo muy difícil corregir ese déficit de comunicación. De ser Mariano Rajoy, trataría de volcarme el tiempo que queda hasta las generales en transmitir a la ciudadanía la realidad de lo sucedido y le disputaría ardorosamente a la izquierda la negativa visión que ofrece de su gestión como Presidente del Gobierno.
Albert Rivera ha estado bastante en su papel, pero demasiado crecidito, cosa que achaco a su inexperiencia y bisoñez en estas lides. De no ser por esto, no entiendo que se presente como el paladín de la democracia y la honradez, como si fuera el que va a traer el nuevo sol que va a alumbrar en el futuro nuestra hasta ahora oscura existencia.
Y dejo para el final a Pablo Iglesias y a Pedro Sánchez. Estos dos parecen haberse aprendido de memoria un nuevo catecismo que repiten machaconamente una y otra vez sin meditar su contenido. Dicen que “trataran de defender el Estado de Bienestar”: ¿es que hay alguien que se haya dedicado a destruirlo por placer? Proponen “regenerar España luchando contra la corrupción”: ¿es que hay alguien que la siga defendiendo actualmente en su programa? Y finalizan señalando que “están en contra de los recortes”: ¿es que más allá de lo que fue necesario para salvarnos de la crisis todavía hay alguien que se empeñe en recortar nuestros derechos?
Sus frases vacías me recuerdan al entrenador que aconseja a sus jugadores que “metan los goles por la escuadra”. Esto último, como aquello, es muy fácil de decir, lo complicado es demostrar como pueden conseguirlo. Yo hasta ahora no les he oído cómo conseguir que en una situación de crisis con más de 4 millones de parados puede defenderse el Estado del Bienestar y no hacer recortes. ¡Que nos lo expliquen!
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