Acaba de hacerse público el sentido de la sentencia de la Audiencia Nacional que juzgó al concejal de Madrid, Guillermo Zapata, por un supuesto delito de humillación a las víctimas del terrorismo, a instancias de la Asociación Dignidad y Justicia. La sentencia fue absolutoria porque la Sala entiende que los comentarios realizados en la red social Twitter encajan dentro del humor macabro pero no en el tipo penal de delito de humillación a las víctimas del terrorismo. Los comentarios de Zapata (como, por ejemplo, “Han tenido que cerrar el cementerio de las niñas de Alcàsser para que no vaya Irene Villa a por repuestos“) según los jueces, seguramente sean reprobables pero “en otro plano distinto al de la legalidad penal”.
Como jurista suelo ser muy respetuoso con todas las decisiones judiciales, sobre todo, porque son los jueces los que tienen a la vista todas las pruebas que valoran con imparcialidad. Pero si, como parece, es cierto el motivo en el que se basó la Audiencia Nacional para absolver al concejal Zapata, me cuesta imaginar cómo es posible captar en un tweet, que es una frase de extensión limitada que circula por la red, que se trata de un supuesto de humor macabro y no una acto de humillación a las víctimas del terrorismo. En actos cara el público, es relativamente fácil averiguar el tono en el que se afirma algo. Pero en la inherente brevedad de los tweets y su carácter escrito, me parece un esfuerzo de éxito difícil por no decir imposible.
Es posible que se diga que los tweets figuraban en un intercambio de majaderías macabras a título de mofa. ¿Pero es que el humor, incluido el macabro, produce el efecto de que las frases sean menos humillantes? ¿No son precisamente la burla y el escarnio ingredientes que agravan la posible humillación de las víctimas?
El artículo 578 del Código Penal habla de “la realización de actos que entrañen descrédito, menosprecio o humillación de las víctimas de los delitos terroristas o de sus familiares” y por mucho que lo intento me cuesta no ver en esos tweets del concejal Zapata “descrédito, menosprecio o humillación”, en lugar de simples bromas macabras.
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