Maira Álvarez el 26 ago, 2016 Fuente: qore.com Parece mentira, pero cada vez hay más libros especializados y cursos para aprender a hablar por teléfono y su etiqueta. Al móvil lo llamamos “herramienta de trabajo” y con esa excusa hemos dejado que nos invada en casi todos los espacios de nuestra vida. Para algunas personas, su incapacidad de separarse de su teléfono móvil ha creado una dependencia tal que los psicólogos contemplan ya dos nuevos trastornos, la Nomofobia (miedo acervado, angustia irracional, pánico o sufrimiento desmedido a no estar conectado al teléfono o a Internet para interactuar) y la Mobilfilia (excesiva afición o simpatía al teléfono convertida en una adicción obsesiva compulsiva a estar mirando continuamente al teléfono para ver si se tiene alguna llamada o mensaje). Hay otra nueva enfermedad tecnológica llamada Phubbing (la suma de pone y snubbing) y se podría traducir como el menospreciar a las personas que nos hacen compañía utilizando el teléfono. Hay un chiste protocolero que dice eso de ¿y el teléfono va a la derecha o a la izquierda?, como si fuese ya un elemento más integrado entre platos y vasos. Pues no, señores míos, su lugar correcto sigue siendo el bolso. Siempre hay casos en los que se puede esperar una llamada urgente, o se espera concretar un negocio, o tenemos un familiar enfermo… pero reconózcanlos, ese porcentaje de posibilidades es mínimo. Lamentablemente, nos hemos acostumbrado a ver escenas de mesas donde todos están chateando desde sus teléfonos en vez de en hablar entre ellos. En la mesa hay que guardar una mínima educación y compostura. Hay gente que nada más llegar a un restaurante deja encima de la mesa el móvil. Según las claves de urbanidad, eso equivale a depositar cualquier objeto más o menos privado. Ninguna mujer se pone a revolver su bolso y a dejar peine, pintalabios, cleenex y demás parafernalia alrededor de un plato, ¿verdad? El gesto de mirar continuamente el teléfono, a veces de manera involuntaria, es como un tic nervioso que altera a todas las personas que se tiene alrededor. Cuando se está en una mesa, el nomofóbico pierde el respeto por la atención que se merecen otras personas. Fuente: sentidodemujer.com Si mientras estás contando algo a una persona, tu interlocutor no para de mirar el teléfono, no quiere decir ni que sea una persona importante, o que tu conversación no le interese; muchas veces no es más que un signo de sometimiento y falta de dominio personal. Cuando se está en una velada tranquila, el sonido del teléfono distrae e irrita. Interrumpe la conversación e impide disfrutar de una comida. Muchas personas, además, deciden hacerse los importantes ante sus comensales o la gente que les rodea, y vociferan más que hablan sus hazañas… cuando por lo general su vida no le interesa a nadie más que a sí mismo. Por educación, en la mesa, lo mejor es poner el móvil en vibración o en silencio. Y dejarlo fuera del alcance de la vista de los demás. Si queremos trabajar, vayámonos al trabajo. Hay gente (sobre todo los más jovencitos) que chatean con amigos sobre sus ligues estando estos presentes “Que sí, tía, que creo que le gusto, luego te cuento” (guiño, guiño, corazón, beso) Fuente: myanimelist.net Si se espera una llamada, lo mejor es pedir perdón, levantarse y salir fuera de la sala para no molestar a nadie y poder hablar con tranquilidad. Y si se recibe una llamada que no sea prioritaria, lo mejor es decir “luego te llamo” y seguir disfrutando de la comida y la compañía. Además, lo mejor es ser breve y conciso si se responde a la llamada. La comida suele estar caliente, y el resto de los comensales pueden estar esperando para continuar. Comer fuera con niños no es excusa para entretenerles con el móvil. Estar intentando hablar por encima de la musiquita de los juegos es sumamente molesto para todos. Comparto una viñeta que me parece de lo más ilustrativa Protocolo social Tags buena educaciónEduaciónmesaProtocolorestauranteteléfono móvilurbanidad Comentarios Maira Álvarez el 26 ago, 2016