Nuestro nuevo ridículo planetario demuestra que nuestra red de seguridad sanitaria no tiene agujeros, sino que es un agujero en sí misma, y refuerza la imagen mundial de nuestra capacidad de trabajo. Algunos conceptos semánticos en torno a la astracanada del ébola y la comunicación planetaria. España es una fábrica de ideas negativas que parecen tópicos pero son verdades. Hemos transformado un protocolo, un plan científico detallado de seguridad, en una rutina, una secuencia de instrucciones que puede incluir fallos mortales. El mismo texto puede ser un protocolo de hierro que obliga a más de 190 países si lo emite la ONU…o papel mojado si lo aplicamos nosotros. Si, en mitad de una intervención, alguien se quita la máscara para bajar a desayunar porque el convenio dice que es su hora. Aquí trabajamos así y sólo la autocrítica nos ayudará a mejorar. Por eso, todo políticamente correcto que nos topemos nos dirá que los españoles nos criticamos demasiado a nosotros mismos. Se trata de no pulir nunca ningún defecto y de que el esquema laboral permanezca cristalizado.
La noticia de que el virus se nos ha colado aquí ha estallado en la prensa de todo el planeta. Hasta dentro de un tiempo no conoceremos su efecto económico en nuestro turismo, pero hemos sido noticia por una patochada o por una salvajada, como casi siempre que somos primera página mundial . Los rumores han explotado y el fenómeno de la chapuza del ébola ha convertido a Alcorcón en el centro del huracán del miedo. Cuchicheos callejeros de gente que sabe de buena tinta algo falso, como que se van a cerrar colegios, supermercados y grandes superficies. Soplos sobre enfermos supuestamente atendidos en los hospitales prácticamente sin protección delante de la cuñada de uno. Gente que dice que va a llevarse a los niños a su pueblo. Paseo por San José de Valderas y me parece que va a aparecer Dustin Hoffmann ataviado con la escafandra de la película.
Periodistas de letras hablando con soltura sobre el comportamiento de los virus. Rigor, como cuando un compañero de la radio le pidió a un catedrático en directo “Defina el Islam en 20 segundos” porque se terminaba el programa. Profesiones y estaturas en medio de una crisis. Sanitarios que denuncian que los han preparado contra la posible epidemia en veinte minutos. En pocas pocas horas dramáticas, la soberbia inventiva española diseña el revolucionario biombo antivirus:
Mañana, la crisis del ébola y los buenistas. El verdadero problema: el drama mundial del perrito Excalibur.
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