Siete de cada diez españoles reconocen estar poco o nada informados sobre los asuntos europeos, según el Instituto Elcano, e ignoran quién es el presidente de la Comisión. Muchos también ignoran que no pueden elegirlo directamente. Si la encuesta hubiera preguntado qué son el Consejo Europeo, el Consejo de Europa y el Consejo de la Unión Europea, la tasa de desconocimiento se habría acercado al ciento por ciento. Casi todo el mundo piensa que todo eso es lo mismo.
La terminología oficial ha inventado los palabros euroescéptico y eurófobo. El primero es uno de esos vocablos envenenados que condicionan la propia definición; tendemos a pensar que los escépticos lo son frente a algo cierto o bueno. Si no, no serían escépticos sino sagaces. La voz eurófobo es abiertamente peyorativa. El sistema no prevé la posibilidad de que el eurófobo tenga razón ni tiene el término eurocrítico en su vocabulario. Disentir es un error. Orwell se habría asustado de la apisonadora informativa organizada en torno a la Unión Europea desde mucho antes de su nacimiento. El problema no estriba en determinar si aquí existe sentimiento europeo, sino en saber cuánto dinero nos han sacado las Administraciones para convencernos de que así es. La idea axial con la que se nos ha bombardeado durante décadas es “hay sentimiento europeo”. Se obvia que la mayoría de quienes lo predican vive de él y de las instituciones que sin esa idea no existirían.
La idea “Europa, adelante” es mucho más potente que la discusión sobre la dirección correcta en la que debemos avanzar. Por eso no hay un verdadero debate ideológico entre los grandes partidos. Por eso hay tantos electores que no distinguen sus mensajes. No hay discrepancia sobre nada esencial. Como mucho, se inventan polémicas en torno al machismo, a si la canciller alemana nos ama o nos desprecia o a cuántos recortes generan unos u otros. Todos los candidatos están de acuerdo en que Europa es el futuro, pero la calle y las redes sociales cada vez diferencian menos a los grandes bloques y han creado la etiqueta #PPSOE.
Otro lema con el que la Administración nos bombardea, “Tú puedes decidir quién dirige Europa”, es muy discutible. Los ciudadanos pueden conformar el Parlamento Europeo, pero también es cierto que éste no elige a la Comisión. El verdadero poder ejecutivo de la Unión es la Comisión Europea…pero setenta de cada cien españoles no tienen idea de quién la preside. No saben ni quién es el jefe.
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