Terminaremos traduciendo al inglés hasta la palabra que exportamos al mundo entero, que ahora la pérfida Albión emplea para meterse con nosotros. Los de aquà no criticamos su astucia extrema, que se traduce en prácticas como el balconing. Charcos bajo las fachadas de nuestros hoteles. Los guiris realizan ingestas lÃquidas que inspiran sus deportes olÃmpicos, pero nosotros no los zaherimos caricaturizando sus costumbres.
Un tipo le ha puesto soccer a la marquesina de su tienda de fútbol de Madrid y ha tenido que explicar debajo que ese barbarismo quiere decir fútbol, que ya en su dÃa habÃa derivado de football.
Ha alcanzado el octavo dan de la estulticia al traducir al inglés un antiguo anglicismo. Ha rizado el rizo del esnobismo. O nunca visto, como leà en un circo portugués, ya puestos a tirarnos pegotes polifónicos. Entornando los ojos para adquirir agudeza, he observado que por Madrid paseamos a veces algunos españoles. Gentes que no dominamos el inglés aunque despellejamos a los ediles que malbaratan a Shakespeare. Además, soccer se dice en el inglés del otro lado del charco, donde mora a ratos mi amigo Dennis Noyes, que utiliza barbarismos justificados porque escribe sobre tecnologÃa motociclista. En Estados Unidos. No se emplea mucho en casa de los británicos. Los ciudadanos del soccer, que realmente compran guantes de béisbol y no balones nuestros, están a muchas horas de avión. La mayorÃa no va a leer ese cartel ni a comprar en esa tienda. Muchos aborÃgenes de la capital de España no entendemos el vocablo soccer porque decimos fútbol. Algún dÃa traduciremos hasta siesta, que en el diccionario Collins aparece textualmente asÃ, como siesta. Es internacional, eso de siesta. Los franceses sólo le han cambiado la letra final. Ustedes pueden leer la entrada en el Larousse.
Si frecuenta las hamburgueserÃas (ellos dicen burgers o utilizan el curioso eufemismo “nuestros restaurantes“), tendrá que llevar un diccionario y seguir una flecha luminosa para encargar algo. No llegué a entender lo de “kiosco” de este cartel, porque allà habÃa abundante proteÃna cárnica, pero no periódicos.
Pondrá en un aprieto a la camarera si encarga una magdalena. Lo he comprobado. ” No tenemos magdalenas, sólo muffins”. Si a la magdalena le ha caÃdo un topping, antaño un chorro de chocolate, ahora es tarde: ¡se ha transmutado en un muffin! Pida llamándola asà la bomba calórica que desea deglutir. Técnicamente, el muffin es una magdalena hecha con engrudo en lugar de con miga esponjosa, pero la base  semántica es la misma.
Pronto les hablaré sobre las mudanzas, que ahora anuncian detalles como moving, handling, packing y no sé cuántas aberraciones más donde antes sólo habÃa un tÃo con una furgoneta, unas cuantas sogas y tres mantas.
Hay anglicismos tecnológicos imprescindibles, pero estamos traduciendo el vademécum entero y, además, mezclándolo. Hablar espanglish es really chic, pero provoca una licuefacción de nuestros cerebros que está degradando el español de idioma a jerga. Que cambie la marquesina del soccer por un rotuling de los de toda la vida.
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