Paloma Cervilla el 07 nov, 2010 Hace unos minutos que el Papa Benedicto XVI ha finalizado en España su visita pastoral. Dos días en los que, al parecer, el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, no ha tenido más que unos breves minutos para saludar al Pontífice, o mejor dicho, para despedirle, sin ni siquiera haberlo recibido cuando llegó ayer. Si Zapatero fuera un español más, no sería extraño, pero no lo es, es el presidente del Gobierno y representa a un país, de mayoría católica, y su obligación es recibir y acompañar a cualquier jefe de Estado que venga a nuestro país. Lo normal, lo educado, lo protocolario es que, si alguien viene a tu casa, salgas a la puerta a recibirle, sea negro o blanco, católico o ateo…. Pero parece que para Zapatero eso no es así. No lo ha recibido cuando llegó a España, no ha querido estar en ninguna de las dos Eucaristías que ha celebrado y ha esperado al último minuto, y nunca mejor dicho, para hacer una aparición estelar y charlar un ratito con el Santo Padre. Para eso, mejor que ni lo hubiera visto. El desprecio ha sido de los que marcan época. Su obsesión por alejarse de la Iglesia Católica, por hacer gala de su agnosticismo, es hasta cierto punto comprensible, cada uno tiene sus fantasmas y sus miedos, pero llevarlo al extremo de la mala educación es ya una falta de respeto a los españoles que, los hayan votado o no, él también los representa. Yo, desde luego, no entiendo nada. Se va a Estados Unidos a rezar con Obama una oración protestante, supongo que eso será más moderno y progresista, y no es capaz de asistir a una Eucaristía en su país. Lo acaba de decir alto y claro el portavoz de CiU en el Congreso, Josep Antoni Durán i Lleida, al afirmar que Zapatero debería haber dejado al margen sus convicciones y asistir a una de las dos Eucaristías. "Su papel era acompañarle", dice. Os invito a seguirme en Twitter: http://twitter.com/palomacervilla Sociedad Comentarios Paloma Cervilla el 07 nov, 2010