Si no fuera porque mis compañeros de ABC que escriben de Podemos me lo confirman, que no se pueden ver, pensaría que la guerra entre Pablo Iglesias e Iñigo Errejón por conseguir el poder en Podemos es un teatrillo para salir en los medios de comunicación.
Quizás hubiera sido mejor así porque la otra opción es la constatación de que son dos adolescentes peleándose en las redes sociales en un espectáculo más propio de una guardería infantil que de una formación política con un cierto nivelito.
Parece mentira que estos dirigentes que llegaron a la política renegando de la casta y anunciando un nuevo estilo en la organización de los partidos políticos hayan caído en los mismos vicios que critican que, por otro lado son los mismos que en cualquier organización humana, pero con una peor puesta en escena.
Hace tiempo que dejé de leer las crónicas de las peleas de estos dos adolescentes, pero cuando ví el otro día a Pablo Iglesias pidiendo perdón en las redes sociales, no pude resistir la tentación de lanzar una sonora carcajada.
Igual todavía se piensan que alguien los toman en serio. Yo, desde luego no, porque poco serio es trasladar el debate político a poco más de 140 caracteres y creerse el centro del mundo, cuando ni siquiera se han aprendido las reglas de la institución en la que tienen que trabajar: el Congreso de los Diputados.
Estos jovenzuelos no se han visto en otra y se creen que por haber ganado 70 diputados ya han alcanzado la gloria. Pero poco les va a durar si siguen jugando a hacer política y no abandonan ya la guardería infantil. A lo mejor dentro de dos o tres años ya no son nada.
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