A mí no me extrañaría que la arenga de Mariano Rajoy a los populares madrileños en la cena de Navidad animándoles a preparar las nuevas elecciones tuviera mucho de verdad.
Ayer, en los pasillos del Congreso de los Diputados, periodistas y políticos trataban de desentrañar lo que de verdad o mentira hay en esta afirmación: que si ha sido un lapsus del presidente, producto del cansancio y de lo poco que le gusta trasnochar, según la versión oficial de Soraya Sáenz de Santamaría; o que de equivocación nada, sino que lanzó un dardo envenenado a Ciudadanos, como el que no quiere la cosa. Vamos, que si le siguen chuleando en las votaciones del Congreso y le obligan a cambiar todo lo realizado en la anterior Legislatura, él convoca elecciones y santas pascuas.
A Rajoy, en lo que se refiere a estrategia política, nadie le gana hoy dentro del hemiciclo del Congreso. Después de que le hayan dado por muerto la mayoría de los políticos de la oposición y algunos de su propio partido, los medios de comunicación, la opinión pública, la clase empresarial….. el presidente del Gobierno está más vivo que nunca.
Ha liquidado a Pedro Sánchez como líder de la oposición; le ha dado un buen mamporro a Albert Rivera, que en solo un año ha perdido 8 escaños y 400.000 votos (de 40 escaños y 3.514.528 en las elecciones de diciembre de 2015 a 32 y 3.123.769 votos en las de junio de 2016) y le ha lanzado otro aviso a Pablo Iglesias, que de unas elecciones a otra ha perdido un millón de votos (de 6.139.494 a 5.049.734 y ha mantenido los mismos escaños 71, a pesar de aliarse con IU en las segundas elecciones). El Partido Popular, por el contrario, es el único que mejoró resultados, pasando en menos de un año de 123 a 137 escaños y de 7.236.965 votos a 7.906.185.
Pues con estos mimbres en la cesta, supongo que Rajoy no está dispuesto a que le chulee nadie. Y ha sacado la patita, porque una cosa es pactar porque está claro que ya no hay mayorías absolutas y otra cosa es que, los que están en declive, quieran chantajear al presidente. Él tiene la sartén por el mango: si me vacilan yo convoco elecciones y a ver quién es aquí el que tiene más apoyos.
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