¿Sabían ustedes que España podía haber tenido a uno de sus senadores, el popular Pedro Agramunt, presidiendo desde este mismo mes de enero la Asamblea Parlamentaria de Seguridad y Defensa de la Unión Europea Occidental? Si han leído el ABC del sábado seguro que sí, pero para aquellos que no pudieron leerlo, decirle que, al final, no fue posible por una incomprensible razón que nos ha llevado, como así lo afirma el diputado de Convergencia i Unió, Jordi Xuclá, al ridículo internacional. ¿Quién tiene la culpa? Pues el presidente del Congreso, José Bono, y las Mesas del Congreso y el Senado, que secundaron la propuesta de Bono de cortar de raíz la presencia de los parlamentarios en algunos organismos internacionales, alegando que hay que ajustarse el cinturón. Eso de recortar gastos en viajes y dietas de diputados y senadores me parece muy bien, ¿a quién no?, pero las cosas hay que hacerlas con un cierto criterio y no sólo como un gesto de cara a la galería. Antes de negarse a pagar los desplazamientos a París de los parlamentarios para que nos representen en este foro internacional, digo yo que habrá otras partidas en el Congreso que se pueden reducir, cono los regalitos de Navidad y las obras faraónicas que se están haciendo en el edificio de la Carrera de San Jerónimo. Pues no, es más popular decir que aquí nadie viaja, aunque se tenga la mala suerte de que haya un candidato español para presidir este organismo pero, como no puede asistir a las reuniones, haya decidido renunciar a este cargo, ¿para qué estar al frente de un parlamento dónde no va a estar la delegación española?