Todavía no somos conscientes en España del gran fracaso que ha cosechado Pedro Sánchez en Europa en la negociación del reparto de los cargos en la Comisión Europea y en el resto de instituciones comunitarias. Ni yo misma lo era, hasta que ayer me puso los pies en la tierra una amiga recién llegada de Bruselas, que conoce como nadie los entresijos de la política comunitaria.
El despliegue de fotos que la Moncloa ha realizado del presidente Pedro Sánchez sentado junto a Merkel, Macron y otros líderes europeos en múltiples reuniones, como si fuera el estadista mundial que iba a decidir el futuro de Europa, no era más que un espejismo, un intento de hacernos creer que su supuesta alianza con el presidente francés iba a desplazar el eje Alemania-Francia por el de España-Francia.
Pero la realidad es muy distinta. Macron le hizo creer a Sánchez que su alianza descabalgaría al candidato conservador para ocupar la presidencia de la Comisión, que podría ser para un socialista; y, a las primeras de cambio, cuando Sánchez se creía el Rey Sol, el presidente francés se sentó con Merkel y dieron el zarpazo. La presidencia de la Comisión para la ministra alemana de Defensa, Von der Leyen, y la del Banco Central Europeo para la presidenta del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde.
A España le reservaron las migajas, un cargo representativo, sin poder ejecutivo, sin políticas que aplicar, como es el de Alto Representante de la Política Exterior, que ocupará Josep Borrell. Aceptar esto supone que España ya no podrá optar a tener un comisario o una vicepresidencia de la Comisión, donde se diseñan y ejecutan las políticas europeas. Solo ha podido aspirar a una cargo meramente representativo.
El malestar entre los eurodiputados socialistas es evidente, aunque no lo hagan público, y acaten disciplinadamente lo que Sánchez ordene. Pero lo cierto es que España ha perdido la oportunidad de volver a tener un peso específico en la Comisión, como lo ha mantenido hasta ahora con Miguel Arias Cañete, Joaquín Almunia, Pedro Solbes o Loyola de Palacios, entre otros.
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