La apropiación, ya no por parte de la izquierda, sino por el Gobierno de Pedro Sánchez, de banderas como la del feminismo, la defensa de los derechos LGTBI o la de la libertad y la democracia, es un ridículo que pone en evidencia el sectarismo de esta nueva hornada de dirigentes socialistas.
Lo último de Carmen Calvo es un síntoma de que este Gobierno ha perdido el sentido de la realidad. Toda una vicepresidenta no puede decir semejante despropósito, al afirmar que el feminismo solo se lo han “currado los socialistas” y que la derecha le ha dado “alas al machismo”. Con estas cosas, señora Carmen Calvo, no se puede jugar.
Y lo peor no es que lo haya dicho, que ya es grave, sino que se empeñe en el error. Porque ahora, para ser feminista hay que situarse detrás de la pancarta con las socialistas, que son las que dan los carnets de si lo eres, o no. Eso es lo que nos faltaba.
El feminismo, como le han replicado las socialistas Susana Díaz o Matilde Fernández, entre otras, no tiene ideología, es de todas las mujeres que hemos defendido nuestra libertad y nuestros derechos.
A Carmen Calvo le ha faltado decir que “el feminismo soy yo” para seguir poniéndose en evidencia, aunque su “feminismo histérico”, como yo defino lo que hace esta señora, está empezando a perjudicar a las mujeres que realmente militamos en un movimiento que solo viene a decir que somos iguales que los hombres en derechos y libertad.
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