El sábado fue Ana Oramas, que con su dignidad dijo NO a Pedro Sánchez por encima de lo que los jerifaltes de su partido, Coalición Canaria, le ordenaron. Y ayer fue Adolfo Suárez Illana el que le dio la espalda a la portavoz de Bildu mientras querÃa dar lecciones de democracia a los españoles, después de haber sido condenada a un año de cárcel por enaltecer el terrorismo de ETA. Ellos sà que han sido los verdaderos protagonistas de estos dos dÃas de sesión plenaria para la investidura del nuevo presidente del Gobierno.
SÃ, señores, parece mentira, una ensoñación, un momento de enajenación mental, pero no, ayer, en los minutos previos a la votación que consumó la traición a España y a su Estado de Derecho, una heredera del terrorismo de ETA, Mertxe Aizpurua, se subió a la tribuna de oradores, insultó al Rey, puso a Otegui como ejemplo de liderazgo polÃtico, cuestionando la Transición, y pidió cambios en la polÃtica penitenciaria.
Y todo ello ante la mirada impasible de la presidenta del Congreso, Meritxell Batet, y de un Pedro Sánchez, al que a estas alturas todo le da igual, y solo ambiciona ser presidente a cualquier precio, incluso subido a lomos de los defensores del terrorismo de ETA.
Menos mal, que detrás de esta defensora de ETA estaba Adolfo Suárez, que en un gesto que le honra, le dio la espalda mientras hablaba, simbolizando asà el desprecio de miles y miles de españoles a semejante indignidad.
Adolfo Suárez sà representó ayer a esa España que asiste impotente a la entrega de las llaves de su paÃs a amigos de los terroristas, delincuentes sediciosos y comunistas bolivarianos.
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