“Rajoy tiene doce ministros, y Cospedal, que es la ministra número 14”. Esta reflexión de un miembro del Gobierno no es nada descabellada. Aún más, yo me atrevería a decir que tiene mucho de verdad, y cada vez más.
Cuatro meses después de que Rajoy llegara a La Moncloa y dos de la celebración del XVII Congreso Nacional del PP que elevó a María Dolores de Cospedal a los altares con mando en plaza en la sede nacional del PP en Madrid, la coordinación entre el Gobierno y el partido a la hora de coordinar los mensajes que se lanzan a la opinión pública empieza a mejorarse.
Después de evidentes errores de algunos, no sé si de principiante o de osadía política, Cospedal parece que ha tomado el mando y comienza a liderar la oposición frente al PSOE, con permiso de la vicepresidenta y portavoz Soraya Sáenz de Santamaría, que se reserva solo el viernes para aparecer ante la opinión pública en la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros.
Pero de viernes a viernes, queda toda una semana en la que los votantes del PP se encuentran huérfanos sin la presencia de un dirigente de su partido que plante cara a la ofensiva del PSOE contra el Gobierno de Rajoy. Esta figura no puede ser otra que la de María Dolores de Cospedal, cuyo peso político es más que suficiente para cubrir el flanco abierto por el que, hasta ahora, se le colaba la oposición. Está muy bien mandar a los segundos espadas, pero al final la gente quiere escuchar al que está al frente de la organización. Por eso se le reprocha a Mariano Rajoy que no sea él el que anuncie sus ajustes.
A Cospedal los tiempos políticos le han jugado una mala pasada. Pudiendo ser un miembro destacadísimo del Gobierno es presidenta de una Comunidad Autónoma, que no es poco, pero no es lo mismo. Dicen que es como una ministra, que influye como tal en el presidente y que si se empeña en dar la cara por el Gobierno y monopolizar el mensaje del PP durante estos cuatro años, su futuro es muy prometedor.
España
