Resulta patético ver a la alcaldesa en funciones de Madrid, Manuela Carmena, ir llorando por la capital y mendigar que la dejen gobernar. No sé como no le da vergüenza reclamar para ella lo mismo que le negó a Esperanza Aguirre y al Partido Popular hace cuatro años.
Es sorprendente que esta izquierda radical y populista se crea con más legitimidad democrática que el centro derecha y enarbole la bandera de ser la lista más votada para decir que ella tiene que ser la alcaldesa ¿O es qué el centro derecha no tiene la misma legitimidad para decir que suman más que ella y el PSOE?
El concepto de democracia parece que no entra en la mente de la regidora, que hace cuatro años impidió que Esperanza Aguirre fuera la alcaldesa, cuando solo le faltaba un concejal para la mayoría absoluta. Las izquierdas se unieron y, legítimamente porque sumaban más concejales, mandaron a los populares a la oposición.
Arrastrarse de esta manera para aferrarse al sillón es una buena muestra del sentido que tiene Carmena de la democracia. A la candidata de Más Madrid, que no se le olvide, la han echado los ciudadanos, porque la mayoría de ellos han decidido que gobiernen otros. Lo que tiene que hacer es aceptarlo y comprenderlo cuanto antes, lo demás, las pataletas infantiles, lo único que van a hacer es que la salida de Carmena de la Alcaldía se produzca por la puerta de atrás y con la dignidad por los suelos.
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