Entre tanta locura, tanto sinsentido y tanto disparate, como son las cosas que se están escuchando sobre Cataluña, por parte de sus dirigentes independentista, una ola de clarividencia, sensatez, cordura y valentía nos ha llegado, al final de la semana pasada, por parte de dos hombres de la cultura: Antonio Banderas y Joan Manuel Serrat.
Dos artistas nada sospechosos de formar arte de esa caspa fascista, antidemocrática y golpista con la que los secesionistas definen a todos aquellos que quiere hacer cumplir la Ley, qué cosa tan rara ¿verdad?, y frenar el intento de romper España.
Banderas, al que conocí hace ya muchos años en su casa de Hollywood, y ya me parecía un señor sensato, amante de su país y trabajador incansable en busca de un sueño, nos ha dado una lección de valentía al proclamar, nada más y nada menos, que en su discurso de agradecimiento tras recibir el Premio Nacional de Cinematografía, su respeto a España como una nación unida.
«Es la palabra “nacional” la que hace que este premio suene serio, contundente e institucional». Vaya carga de profundidad sobre lo que para él significa España.
“Considero, valoro y aprecio la nomenclatura que define a este premio como “nacional”», remató.
Y si no tenía bastante con este ejercicio de sinceridad, en la rueda de prensa posterior afirmó que “hay otras cosas, como el respeto a la ley, al Estado de Derecho, que son muy importantes”. Para rematar diciendo que lo de Cataluña “a veces parece una película de Berlanga».
Estas palabras no admiten ni un comentario más, como tampoco las del cantautor Joan Manuel Serrat: “Este referéndum no es transparente, no puede representar a nadie “Cataluña ya no podrá ser miembro de la Unión Europea”.
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