El espectáculo lamentable que vivimos ayer en el Congreso de los Diputados, con un Pedro Sánchez arrodillado ante una ERC que le vapuleaba sin piedad hasta el punto de hablar de amnistía para los políticos presos por incumplir la ley, vulgares delincuentes a los que se les ha entregado el poder de decidir el futuro de España, mereció la pena solo por oír la intervención de la portavoz de Coalición Canaria, Ana Oramas.
Mi desánimo fue brutal cuando esta formación política anunció su abstención en la investidura de Pedro Sánchez. ¿Cómo era posible que una de las diputadas más brillantes del Congreso, cuyo patrimonio más importante siempre había sido su dignidad, su coherencia política, lo perdiera todo por un cambalache político?
¿Cómo podía arruinar su trayectoria con un sí al disparate nacional que, si nadie lo remedia, se va a producir el próximo martes cuando se abra la puerta a un Gobierno de comunistas apoyado por separatistas? ¿Qué quedaba ya del parlamentarismo sensato, brillante, comprometido del que Ana Oramas ha venido haciendo gala en los últimos años?
Pero ayer, cuando esta mujer menuda subió a la tribuna de oradores para sorpresa de muchos, se revolvió contra las estructuras de los partidos, contra el tú me das y yo te doy, contra el miedo de ser expulsada y marginada por los suyos, y levantó la bandera de la dignidad, de la política que no está dispuesta a entregar a España a los que quieren destruirla, de la mujer fuerte, libre, responsable y comprometida con todos los españoles.
Frente a los ayer que solo se miraban su ombligo, su cargo, sus prebendas, su pequeño círculo de ambiciones personales, se plantó una mujer, los miró a la cara, y dijo NO a todo eso, y SÍ a la libertad de conciencia.
Sus palabras son los mejor que se escuchó ayer en el hemiciclo de la Carrera de San Jerónimo: “Votaré en conciencia, esté en mi partido, o no. Me han presionado de todas las maneras posibles para que los traicionara, pero no lo voy a hacer porque son mi gente, y en su nombre digo no, no y mil veces no. No voy a traicionar a mi país ni a sus ciudadanos. No voy a traicionar a Canarias”
La triste respuesta de su partido fue anunciar que le abrirá un expediente disciplinario por ir en contra de lo que la dirección le había marcado. No te preocupes Ana, si te expulsan habrá otros que te querrán acoger, pero tampoco importa, irte a tu casa con la cabeza bien alta es la mejor herencia que podrás dejar nunca a los tuyos, y a la política, en estos tiempos convulsos de humillación, cobardía y vanidad.
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