Le comentaba Craig Bradshaw a mi buen amigo Fernando Martín (uno de esos locos del baloncesto que trabaja para la revista Gigantes) hace sólo unas horas, que la Haka es algo que hacen para ellos mismos. Un ritual que siguen todos los «All Blacks» y que a la vez es una especie de desafío para los rivales. En el primer partido del Mundial, los lituanos «pasaron» olímpicamente de la danza neozelandesa. Siguieron calentando, mientras los jugadores australes realizaban su tradicional baile maorí, sin mostrar ningún tipo de respeto por ella.
Ayer, los españoles siguieron el mismo camino. Un gesto que, personalmente, no me gustó y que sería impensable en un partido de rugby. Es en este deporte, el más importante en Nueva Zelanda, donde la Haka ha alcanzado su máxima expresión. El ritual es respetado por los rivales de manera escrupulosa. Aguantan la mirada, mientras los «All Blacks» realizan su «desafío». Alguien debería haber hablado con los jugadores españoles antes del partido para explicarles el significado y la importancia que este baile tiene para los neozelandeses. Casi al nivel que el himno nacional.
Más allá de este detalle, el partido sirvió para que los jugadores cogieran confianza y recuperaran cierta dosis de moral. Sobre todo Rudy, al que se había visto cabizbajo tras el choque contra Francia y que frente a los neozelandeses estuvo de nuevo a su mejor nivel, con dobles figuras (12 puntos y 12 rebotes).
El lunes toca descanso. Ligero entrenamiento y dinámica de grupo antes de encarar el choque contra Lituania, que se ha tornado más importante que nunca. Una derrota condenaría al equipo a la tercera plaza de manera casi segura, lo que implicaría cruzarse con Grecia o Turquía en octavos. Veremos qué cara nos muestra el equipo.
Selección Española
