Es fácil ver una decena de tapones durante un partido de la NBA. Otros tantos mates e incluso canastas inverosímiles como la que Parker anotó en el primer partido de las finales para darle el triunfo a los Spurs. Son acciones espectaculares que rivalizan a lo largo de la jornada por ser la mejor del día, de la semana o incluso del mes. Jugadas que, en muchas ocasiones, se quedan para siempre en la retina del ojo del espectador, como el mate de Kobe Bryant ante los Nets en las finales de 2002 o el lanzamiento de Jordan en las finales de 1998 ante los Jazz.
La que protagonizó ayer LeBron James en el segundo partido de las finales de la NBA es una de esas. Un tapón espectacular. Imposible para la mayoría de los mortales y que supuso el fin a un partido que los Heat ya habían empezado a ganar. Thiago Splitter, otrora dominador del baloncesto europeo, fue su víctima, ese que quedará para siempre como el tipo que sufrió la “humillación” de “King James”.
Como decía, el partido estaba acabado, pero James olía la sangre. La derrota del primer partido y su gris actuación hasta ese momento hizo que se desatara con el choque decidido. Mate por aquí, robo por allá y la jugada que nos trae aquí. Parker apuró en el perímetro y aprovechó el pick and roll de Splitter para dejarle solo en el carril central. Camino libre. Expedito hacia la canasta. Era un mate sin valor, pues el encuentro estaba sentenciado, y lo que se encontró a cambio fue una foto para la historia. Un tapón descomunal de LeBron. “Not in my house” . La cara del brasileño tras la acción lo dice todo. ¿La mejor del año en la NBA? Quizá sí. Por su importancia y el escenario (unas finales de la NBA), seguro.
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