Quedan quince días para que termine la regular season de la NBA. Dos semanas que serán de trámite para muchos equipos que ya han hecho los deberes como los Heat o los Spurs, pero que en el caso de otros concentrarán buena parte de los esfuerzos de la temporada y marcarán el futuro inmediato de la franquicia.
Uno de esos equipos que ha llegado al mes de abril con tareas pendientes son los Lakers. El conjunto angelino, uno de los favoritos al anillo antes de comenzar la temporada, ha llegado a este último tramo de la fase regular fuera de los playoffs y, lo que es más importante, lo ha hecho con muchas dudas de cara al futuro.
Vaya por delante que la enfermería angelina ha estado llena durante buena parte de los 74 partidos disputados hasta el momento y que D’Antoni apenas ha podido utilizar a todas sus piezas juntas en un puñado de partido, pero eso en un equipo diseñado para ganar el anillo no debería haber sido un problema. Al menos no para quedarse fuera de la lucha por el título, algo que no ocurre en la franquicia angelina desde la temporada 2004/2005.
Para evitar ese desastre, los Lakers deberán ganar al menos un partido más que los Jazz en este tramo final de temporada. Ellos y los Rockets se jugarán las dos últimas plazas de postemporada en la Conferencia Oeste toda vez que las otras seis plazas parecen ya adjudicadas.
Los Rockets son los que lo tienen más sencillo, más que nada porque le llevan varios triunfos de ventaja a Lakers y Jazz. Si todo camina sobre la lógica, los hombres de McHale deberían clasificarse sin mayores problemas, con lo que toda la pelea quedaría para Utah y LA. Ahora mismo, los Jazz llevan un triunfo de ventaja, el conseguido anoche ante los Blazers, pero sólo le quedan siete por disputar, mientras que los Lakers tienen que jugar ocho.
La buena noticia para ambos es también la peor. Me explico. Los dos deberán enfrentarse a un calendario temible, con rivales complicados tanto fuera como dentro de casa.
En el caso de los californianos, seis de esos ocho partidos los disputarán en el Staples Center. Siendo puristas, serán siete, ya que el derbi ante los Clippers se jugará también allí aunque los Lakers serán ese día visitantes. La ausencia de viajes y la posibilidad de concentrarse en casa puede ser un aval importante para un equipo castigado físicamente.
Con la única duda de Steve Nash, tocado en los últimos partidos, y con Kobe aún renqueante del tobillo, los Lakers deberán sacar a relucir la casta de campeón para meterse en la postemporada. Ganando seis de esos ocho encuentros podría valer, aunque en caso de empate con los Jazz, serían los de Salt Lake City los que pasarían.
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