Hay marejadilla en Los Ángeles. La hay porque Pau Gasol se ha hartado de las críticas y porque Mike D’Antoni se está hartando de que el español busque excusas a su irregular temporada en el planteamiento del entrenador. ¿Pero quién tiene razón? Lo cierto es que no es la primera vez que Gasol pide un cambio de sistema, ni tampoco la primera que D’Antoni le exige más intensidad. Un tira y afloja en el que los malos resultados del equipo acaban siempre señalando al pívot.
Los números le dan la razón a Pau Gasol. Las quejas del español, más habituales en los últimos tiempos, tienen su reflejo en la estadística. Esa que tanto se utiliza en el mundo NBA para criticar su acierto de cara al aro y que a su vez evidencia el claro alejamiento del español de la canasta en las acciones ofensivas.
Dejando a un lado la primera temporada de Pau en Los Ángeles en la que apenas tuvo tiempo para acoplarse a los métodos de Phil Jackson, hay una tendencia clara que reseña el aumento de distancia en los tiros del español. En la etapa en la que “Zen Jackson” estuvo al frente del equipo con Gasol en la plantilla –dos anillos y un fiasco-, el pívot lanzaba desde dentro de la pintura más del 60 por ciento de sus tiros (65%, 67% y 59% respectivamente en esas tres temporadas).
Desde la llegada de Mike Brown y D’Antoni, ese porcentaje se sitúa entorno al 50 por ciento, lo que ha hecho descender también su nivel de acierto de cara a la canasta. Consecuencia lógica en un jugador como Pau cuya valía, sin tener mala muñeca, está en la técnica y el juego de pies.
El estilo de juego de D’Antoni es muy claro: correr y correr. Tras una temporada y media sin resultados positivos, el técnico ha ido modelando la plantilla para adecuarla a sus necesidades, pero sigue teniendo el tapón del español, cuya lentitud es más evidente con el paso de los años y que no termina de encajar en los esquemas del entrenador.
En cualquier caso, en mi opinión, debería ser D’Antoni el que aprendiera a aprovechar las virtudes de cada jugador y, sobre todo, en el caso de Gasol. A su edad, es difícil cambiar los hábitos. Evolucionar en ciertos roles. Y ese intento obcecado de D’Antoni no hace más que perjudicar al equipo.
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