Denostado por el seleccionador en el pasado Mundial, el azulgrana demuestra cada día que pasa que le sobraba calidad y experiencia para haber ayudado más en verano.
A Juan Antonio Orenga le cayeron palos por todos los lados el día que España quedó eliminada ante Francia en el Mundial que se disputó el verano pasado en nuestro país. Es cierto, como señalaba el exseleccionador, que aquel equipo exhibió muchas virtudes, pero cuando vinieron mal dadas falló la gestión del banquillo.
Orenga se hartó de decir que contaba con todos. Que Claver, Abrines y Reyes eran uno más. Que llegaría su momento… pero a la hora de la verdad, no llegó nunca. Y no lo hizo, porque no confió en ellos ni cuando peor se pusieron las cosas. El partido en el que ninguno de los titulares ni de los habituales suplentes tuvieron el día, Orenga tampoco miró hacia ellos. Ostracismo poco entendido y que el técnico justificaba poco después de la derrota en base a las jerarquías.
Aquel Felipe Reyes que no jugó ni un minuto ante Francia, es hoy el mejor jugador del Real Madrid en la Liga Endesa y en la Euroliga y aquel Abrines, al que no dio la oportunidad de ayudar en cuartos de final, es pieza clave del Barça por encima, incluso, de la leyenda de Juan Carlos Navarro.
Respetando las jerarquías, cada triple que anota en momentos decisivos es una cuchillada a la teoría de Orenga. «Los dos primeros años en Barcelona, en los que jugaba menos, intentaba aprender todo lo posible. Me fijaba mucho en jugadores como Navarro para saber cómo actuar en los momentos importantes», señalaba el propio Abrines después de apuntalar el Valencia Basket con dos triples consecutivos cuando las cosas estaban más feas.
En ese momento de dificultad, era él el que estaba sobre la cancha. Asumiendo los galones de todo un Barcelona. Un recado tardío, pero claro a Orenga, que no supo romper con los moldes para intentar variar el rumbo de la historia.
Xavi Pascual sí lo está haciendo. Adaptándose a las circunstancias y repartiendo minutos entre jugadores que estaban llamados a tener un rol menos importante como el propio Abrines -al que está moldeando de manera excepcional- o Mario Hezonja. Los dos fueron la clave en el choque ante el Valencia. Un relevo generacional que está haciendo más sencilla la ausencia intermitente de Navarro por lesiones.
La irrupción de Abrines es la mejor noticia para el baloncesto español en los últimos dos años. Un jugador llamado a sostener a la selección en el futuro. Algo que el nuevo seleccionador debería tener tan claro, como lo tienen en la propia Federación Española.
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