El gigante chino desembarca en España con su terminal más avanzado que logra el diseño sin marcos más rompedor.
España es uno de los mercados más apetecibles para la industria móvil. Y por si alguien lo dudaba, ahí tenemos al gigante chino Oppo, que al igual que otras grandes marcas asiáticas (Huawei y Xiaomi entre ellas) ha elegido nuestro país como una de las puntas de lanza de su desembarco europeo.
Un desembarco, por cierto, que se ha escenificado ni más ni menos que en el museo del Louvre, en París. Allí, y frente a los cientos de periodistas convocados, acaba de presentar su nuevo buque insignia, el Find X, un «smartphone» de gama alta y con una serie de características únicas que demuestran la potencia del que ya es uno de los cinco fabricantes más poderosos del mundo.
Una pantalla Amoled de 6.4 pulgadas (1.080 x 2.340 píxeles) que cubre el 93,8% del frontal (todo un récord) y un sistema motorizado de cámaras retráctiles, que aparecen y desaparecen al pulsar el botón de cámara y que hacen innecesaria la «ceja» («notch», como ha popularizado el iPhone X) superior, son algunas de sus características más visibles. Y es que en estos tiempos dominados por los contenidos multimedia los ingenieros rizan el rizo para conseguir una mayor superficie de pantalla sin pagar el precio de crear un teléfono demasiado grande y difícil de manejar con una mano.
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