Nuevos datos del «Curiosity» publicados en «Science» revelan que el cráter Gale, por donde el rover transita desde el año 2012 en busca de signos de habitabilidad, fue una vez un vasto complejo de deltas y lagos, que dominaban por completo el paisaje. A diferencia de otros estudios sobre la misma región y que tuvieron que ser realizados a distancia, los datos sobre el terreno del «Curiosity» han permitido a los investigadores probar directamente la hipótesis de que los cráteres de impactos grandes, como el Gale, fueron capaces de acumular y almacenar agua durante largos periodos de tiempo.
Desde dentro del cráter, el rover descubrió una serie de características geográficas (superficies en cuenca) que no pueden ser observadas por las sondas en órbita. John Grotzinger, que ha dirigido la investigación, analizó junto a sus colegas los distintos tipos de sedimentos a lo largo de las cuencas, y se dio cuenta de que éstas se iban elevando con el tiempo.
Combinando estas observaciones con los cálculos que predicen la erosión de los bordes del cráter, Grotzinger llegó a la conclusión de que las tierras de su interior se iban elevando como consecuencia de una prolongada deposición de sedimentos.
Gran cantidad de grava y arena
La erosión de la pared norte del cráter Gale generó una gran cantidad de grava y arena que, en el pasado, fue transportada hacia el sur por una serie de corrientes superficiales. A lo largo del tiempo, esos depósitos se fueron desplazando hacia el interior del cráter, haciéndose cada vez más finos corriente abajo y convirtiéndose finalmente en arena. Y esos deltas, precisamente, son los que marcan los límites de un antiguo lago en el que los sedimentos más finos se acumularon.
Según se explica en Science, los sedimentos «avanzaron hacia el interior del cráter, llenando tanto el mismo cráter como una cuenca lacustre interna con un grosor de por lo menos 75 metros».
El análisis de Grotzinger sugiere, además, que a pesar de que la presencia de agua fue, seguramente, transitoria, varios lagos lograron permanecer de forma estable en esta región durante periodos que oscilan entre los 100 y los 10.000 años. Es decir, durante el tiempo suficiente como para ser capaces de generar vida.
«Este sistema lacustre intra cráter -explica Grotzinger en su artículo- probablemente existió de forma intermitente desde hace varios miles de millones de años, lo que implica un clima relativamente húmedo y que suministra agua desde el borde del cráter que transporta los sedimentos a través de corrientes superficiales hasta la cuenca del lago».
La zona que actualmente recorre el Curiosity habría tardado entre 10.000 y diez millones de años en acumularse, lo cual sugiere que estos lagos transitorios fueron surgiendo y desapareciendo a lo largo del tiempo a partir de un nivel freático común.
Por último, las evidencias sugieren que, con el paso del tiempo, la erosión causada por el viento fue desplazando los depósitos de sedimentos del cráter hasta formar el Monte Sharp, que hoy se eleva sobre el cráter Gale hasta una altura de 5.500 metros.
Los nuevos datos proporcionan una visión sin precedentes de los patrones que siguió el agua en Marte en el pasado, así como de sus consecuencias para el clima y la habitabilidad del planeta.