Papa Francisco: Del Muro de Berlín a América Latina
Tengo la impresión de que el Papa Francisco va a ser a América Latina lo que Juan Pablo II fue a la Europa Oriental, razón por la cual, el Gobierno español, que tiene a Iberoamérica como prioridad de su política exterior, debería estar muy atento a sus palabras y a sus obras.
La caída del Muro de Berlín, el desmoronamiento del sistema soviético y del totalitarismo marxista no se habrían producido sin un Papa como Karol Woytila. El Papa Francisco asume el gobierno de la Iglesia en todo el mundo, pero, sin duda, su mensaje se va a escuchar con mucha atención en América: un subcontinente donde viven 432 millones de católicos, más del 40 por ciento de todos los que hay en el mundo, y donde, a pesar de ello, persisten grandes desigualdades sociales contra las que el cardenal Jorge Mario Bergoglio ya venía empeñando sus mejores esfuerzos.
Ni las recetas marcadamente liberalistas ni las de los populismos bolivarianos han conseguido disminuir esas diferencias entre ricos y pobres. En América, que aunque ha logrado mejores sus tasas de crecimiento, no ha encontrado todavía el camino a seguir, se abre ahora la esperanza de que sus gobernantes sean capaces de escuchar y poner en práctica la voz del nuevo Papa, que tiene una marcada preocupación social, y que, como arzobispo de Buenos Aires, ha llegado a afirmar que la esclavitud aún existe en Argentina, por la forma en que son explotados mujeres, niños o inmigrantes.
No será una cuestión de pocos años, pero el mensaje del Papa Francisco irá calando, como lluvia fina, en esa América Latina donde, todavía, la mayoría de los que son muy ricos, pese a decirse seguidores de Cristo, tienen una escasa preocupación real por los más desfavorecidos, que se convierten en un caladero donde las sectas protestantes pescan en abundancia.
De todos modos, que se desengañen los partidarios de movimientos fracasados, como la Teología de la Liberación, porque este Papa tiene las ideas muy claras sobre cuál es la misión de la Iglesia. Si esta no predica a Jesús, se convertirá en una ONG piadosa, ha dicho en su primera misa. La figura de Cristo estará en el centro de su predicación y para ser discípulos del Señor hay que caminar con la Cruz, ha subrayado. Si no se entiende eso, cualquier cosa que se pretenda edificar podrá ser destruida sin ningún problema.
Y esta idea es algo que el cardenal Bergoglio ha tratado de hacer realidad con su vida. Su actitud personal, su humildad, su despego de las cosas a las que tantos aspiran, su preocupación por los demás -especialmente los más débiles y desprotegidos-, se van a ver reflejados en los mensajes del nuevo Papa. No es difícil aventurar que alguno de sus primeros viajes será al continente americano, antes incluso de acudir a Brasil para la Jornada Mundial de la Juventud.
Sus antecesores en la Silla de Pedro ya hicieron oir su voz en América Latina, pero, por primera vez, se van a escuchar las palabras de un Papa nacido en esas tierras “del fin del mundo”, a las que España llevó hace más de 500 años la fe católica.
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