La elección de Josep Borrell para dirigir el Ministerio de Asuntos Exteriores ha sido acogida favorablemente en Europa, porque se trata de un convencido europeísta, y en España, porque fue el ariete contra el independentismo en los momentos de mayor tensión con los secesionistas.
Naturalmente, a estos últimos no les ha hecho ninguna gracia saber que en el Palacio de Santa Cruz se encuentra un hombre que, sin duda, va a poder explicar muy bien, más allá de nuestras fronteras, las falacias de quienes quieren romper España. Ya lo advirtió en su toma de posesión: España se enfrenta al mayor problema al que puede verse obligado a hacer frente un país, el de defender su integridad territorial.
Y aunque va a tener que dedicar parte de su tiempo a desmontar ante sus colegas de otros países la ofensiva independentista, no hay que olvidar que un Ministerio de Asuntos Exteriores es mucho más que eso. En el mundo globalizado que vivimos, la crisis catalana no puede hacernos perder de vista que también nos jugamos mucho en un buen número de asuntos internacionales.
Para empezar, cabe esperar de un ministro con un mayor peso político que su antecesor que refuerce la iniciativa española, después de unos años en los que las ocasiones en que España ha intentado marcar el terreno a los demás han sido menos de las que se esperaba. Escudarse en lo que opinen la mayoría de los socios europeos puede resultar más cómodo y menos arriesgado, pero no es el mejor camino para ganar peso en el mundo.
Con una Italia en manos de los populistas, a España se le presenta la oportunidad de hacer valer su voz en las discusiones que se avecinan sobre la reforma del euro o la crisis migratoria, cuestiones que van a poner de relieve panteamientos muy diversos en el seno de la Unión Europea.
Además, Borrell tiene ante sí un reto importante para España, que es la negociación con Londres sobre Gibraltar para tratar de alcanzar un acuerdo que permita a los gibraltareños acogerse al periodo transitorio de salida del Reino Unido de la UE. La negociación está algo estancada, pero no es España quien debe hacer más esfuerzos para que deje de estarlo. Si no hay acuerdo, los principales perjudicados de una falta de acuerdo serán los llanitos si el Gobierno de Theresa May no facilita que se pueda alcanzar. Borrell ya tiene sobre su mesa el informe que ha pedido al equipo saliente sobre el estado de las negociaciones en este punto.
Aún en el marco europeo y en cuanto a Venezuela, en un par de semanas, el Consejo de Asuntos Exteriores de la UE puede decidir la ampliación de sanciones a los dirigentes del régimen bolivariano, por la forma en que se celebraron las últimas elecciones presidenciales. Nicolás Maduro se ha mostrado muy cauto ante el cambio de Gobierno en España, quizás esperando mayor comprensión en un Ejecutivo del PSOE, un partido que, sin embargo, ha sido también crítico con su deriva bolivariana
De Borrell cabría esperar también una postura activa en los contenciosos que enfrentan a la Unión Europea con la Administración estadounidense, especialmente la guerra comercial que, sin duda, puede afectar a España. El ministro va a tener oportunidad de saludar a Donald Trump el próximo día 19 cuando acompañe a los Reyes en su visita a la Casa Blanca. Washington se muestra atento a lo que haga el nuevo Gobierno de España, un país al que sigue considerando un fiel aliado.
En el ámbito interior, Josep Borrell tiene ante sí la papeleta de los nombramientos de nuevos embajadores, una tarea que estaba a punto de culminar Alfonso Dastis, pero que ahora ha quedado paralizada. El nuevo titular de Exteriores ha ordenado frenar los más de treinta nombramientos que ya estaban en marcha, con plácets pedidos o incluso concedidos. Quiere estudiar las asignaciones hechas y, aunque, para las Embajadas que no sean especialmente sensibles, no se deberían esperar cambios, la inquietud se ha extendido por los pasillos del Ministerio, donde también hay expectación por saber quiénes serán los secretarios de Estado de Borrell.
Como el ministro tiene que viajar el jueves, día 14 a Estados Unidos, no estará en el Consejo de Ministros del viernes, 15, por lo que es previsible que esos nombramientos no se produzcan, al menos, hasta el día 22.
Josep Borrell