El cambio de Gobierno ha sembrado la inquietud en el Ministerio de Asuntos Exteriores, especialmente entre los diplomáticos a quienes ya se ha comunicado que serán embajadores. La llegada de un Ejecutivo socialista y de un nuevo ministro puede provocar que algunas de las decisiones queden paralizadas, especialmente si se trata de destinos que se consideran especialmente sensibles.
El hasta ahora ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis, tenía ante si la tarea de proceder, a lo largo de 2018, al relevo de 45 embajadores por haber llegado a la edad de jubilación o por cumplir el tiempo normalmente previsto para ocupar el cargo. De hecho, media docena de los nuevos embajadores ya han sido nombrados desde enero y se unen al representante permanente de España ante las Naciones Unidas, Jorge Moragas (en la imagen), que lo fue a finales de diciembre. Se trata de Román Oyarzun (Dinamarca), Fernando Curcio (Nueva Zelanda), Anunciada Fernández de Córdova (Hungría), José María Valdemoro (Bosnia), Consuelo Femenía (Malta) y Marcos Rodríguez (Guinea Bissau).
En principio, la llegada de un nuevo Gobierno no debería afectar a esos nombramientos, aunque podría no ser así en el caso de Moragas, ex jefe del Gabinete de Mariano Rajoy, y que se encuentra en un puesto de gran relevancia política, por lo que podría verse afectado. No obstante, cuando el Gobierno de José María Aznar llegó a la Moncloa en 1996 nombró precisamente para ese puesto al último ministro de Exteriores de Felipe González, el diplomático Carlos Westendorp.
Moragas es diplomático de carrera, cosa que no ocurre con otros dos embajadores, antiguos ministros con Mariano Rajoy: Pedro Morenés, que ocupa la importante embajada en Estados Unidos, y José Ignacio Wert, al frente de la Representación Permanente ante la OCDE, con sede en París. Sobre la continuidad de ambos podría querer tomar alguna decisión, en breve, el Ejecutivo de Sánchez.
En estos momentos, las Embajadas pendientes de relevo sobre las que el nuevo Gobierno podría pensar en introducir cambios, por su importancia, son muy reducidas. Quizás, México, para la que se ha pedido el plácet para Ramón Gil-Casares, un experimentado diplomático muy ligado a José María Aznar; Turquía, para la que ya cuenta con el plácet de Ankara José María Robles Fraga, ex diputado del PP; o Japón, para la que se da como seguro el nombre de Fidel Sendagorta, actual director general de América del Norte, Asia y Pacífico, que, tiene un perfil muy profesional.
Para las restantes, no tendrían por qué producirse muchos cambios, salvo que entraran condicionantes personales que pudieran hacer que alguno de los nominados se quedara si ese puesto o cambiara de lugar. Hasta la fecha, estos son algunos de los diplomáticos a quienes se ha comunicado cuales serían su destinos:
Chile: Juan López-Dóriga
Nicaragua: Mar Fernández-Palacios
Haití: Pedro Sanz
Países Bajos: María Jesús Alonso
Rumanía: Pedro Calvo-Sotelo
Irlanda: Javier Gil Catalina
Chipre: Álvaro Castillo
Lituania: Alfonso López Perona
Andorra: José María Rodríguez Coso
Corea del Sur: Carmen Fontes
Singapur: Luis Calvo
Filipinas. Luis Fernández-Cid
Pakistán: Emilio Pérez de Agreda.
Kazajistán: David Carriedo
Túnez: Guillermo Ardizone
Camerún: Ramón Moreno
Costa de Marfil: Ricardo López-Aranda
Gabón: Fernando Alonso
Zimbabue: Santiago Gómez-Acebo
Cabo Verde: Dolores Ríos
Consejo de Europa: Miguel Aguirre de Cárcer
También, al parecer, a Egipto podría ir Félix Costales; a Costa Rica, Santiago Miralles; y a Malasia, José Miguel Corvinos. El nombre de Gabriel Ferrán ha sonado para Afganistán; el de Belén Alfaro para para Qatar, y el de Alberto Ucelay, para Sudán.
En cualquier caso, alguna de estas decisiones podría verse afectada también por la segura salida de un buen puñado de altos cargos del Ministerio de Asuntos Exteriores, ya que hay una cierta tradición de que sean nombrados embajadores por el Gobierno entrante, algo que, sin embargo, no se ha cumplido siempre en todos los casos.
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