«Nosotras» se lee detrás de Iñigo Errejón, Pablo Iglesias y Ramón Espinar. «Nosotras» para escenificar que las únicas que no están en la foto son ellas. Ni Carolina Bescansa ni Lorena Ruiz-Huerta. La portavoz de Podemos en la Asamblea de Madrid se ha quedado sin primarias. Después de salvarle la cara a Errejón que puso pies en polvorosa hasta Bolivia cuando Cristina Cifuentes se enredaba en actas y mentiras en el pleno extraordinario donde se debatió el mastergate. No fuera que le dijeran algo de su beca. Ellas son portavozas. O desaparecen en el gallinero. O están cuestionadas como la anticapitalista Teresa RodrÃguez. Ella será la siguiente en verse la cara con el coletas. La secretaria general de Podemos AndalucÃa tiene claro cómo quiere ir a las elecciones municipales. Otra cosa es que la dejen.
«Nosotras» ha dejado de tener significado para ser un eslogan en un panel detrás de un atril. Es como la palabra «unidad». En boca de Iglesias pierde su sentido. Unidad para seguir una única directriz. Cuanto más la repiten más grietas aparecen en el cÃrculo que venÃa a cambiar todo. Y la realidad es que no hay unidad. Las caras en la rueda de prensa eran un poema. Iglesias ofició el funeral. Firmó la paz con olor a tregua mientras se desangran en una guerra interna. Y se fue sin preguntas. Le falto añadir: «La paz esté con vosotros». Y que le hubieran contestado al unÃsono: «Y con tu espÃritu». Dejando en el aire qué le ocurrirá a Bescansa por atreverse a imaginar un Podemos sin su lÃder supremo. El borrador de su propuesta para ser la número dos la ha condenado definitivamente. A ver dónde la manda.
En Podemos las mujeres no asaltan los cielos. Tan solo tocan techo. Ellas también cobran menos aunque su formación proponga en el Congreso acabar con la brecha salarial. Las lecciones empiezan por casa. La foto de la «unidad» es tan falsa como el lema de «nosotras». Es todo un icono de Podemos. Porque ellas si no están bendecidas por Iglesias no están ni para «media tonterÃa» ni para nada.
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