Como una amenaza, la moción fantasma se proyecta en dos jornadas, cuando ya sabemos que segundas partes nunca fueron buenas. Después del receso, en una contundente y corta intervención, Ana Oramas, diputada de Coalición Canaria, le puso letra al órdago de Pablo Iglesias recitando unas estrofas del tema «Puro Teatro» de La Lupe.
«Teatro…lo tuyo es puro teatro
falsedad bien ensayada
estudiado simulacro».
Dando en la clave cuando aseguró que en el Congreso se estaba escenificando una sesión «absolutamente inútil, improductiva y sin sentido», de propaganda polÃtica. Como serÃa, que Iglesias con su réplica estuvo a punto de enfadar a todos los integrantes del Grupo Mixto. Eso sà que es unanimidad.
Desde su inicio a las nueve de la mañana, Irene Montero, en el rol de indignada, se comió el protagonismo del propio Pablo Iglesias. Montero estuvo categórica y desmedida, sin un segundo de respiro ni beber un solo sorbo de agua, como si fuera una metralleta disparando en ráfagas toda la corrupción del Partido Popular desde los tiempos de Manuel Fraga.
Su mayor acierto equiparar el martes 13 con la sede del PP en Génova 13, investigada por la Audiencia Nacional por pagar su reforma con 1,7 millones de euros en negro. Fue un discurso difÃcil y sin pausa, con una letanÃa –«¡Qué vergüenza!»-, listados de casos y datos erróneos -la mano derecha de Soraya Saénz de SantamarÃa, Federico Ramos de Armas, está desimputado en el caso Acuamed-, convirtiendo a su compañero de armas en una caricatura de Iñigo Errejón.
Todo estaba organizado para mayor lucimiento de la pareja, que se aplaudÃa con los brazos en alto mirándose a los ojos como si estuvieran en un tablao flamenco, cuando Mariano Rajoy se coló en medio como un convidado de piedra. Subió al estrado entre el entusiasmo de la bancada popular, recordando que su manejo de los tiempos es de otra época, y que si tiene que replicar una y otra vez, preguntando qué es exactamente eso de la plurinacionalidad, no tiene medida, apuntándose al folclore al saludar a la grada como un torero.
Iglesias cometió un error de bulto. Si ya le habÃa brindado la dialéctica trepidante a Montero, no hacÃa falta endosar una supuesta clase magistral de polÃtica e historia. Su reflexión de más de una hora, antes de entrar a desgranar su programa de Gobierno, convirtió la jornada en un tostón inmenso e innecesario, recordando la oratoria imposible de Fidel Castro. «Si querÃa tomar el cielo por asalto, se ha equivocado de puerta».
Pedro Sánchez estuvo sin estar de cuerpo presente. La invitación de Iglesas al PSOE volvió a sonar  a trampa, a otra «sonrisa del destino», que puede convertirse en la risa del Joker. Como sentenciaba Rajoy ante la moción fantasma, «para perder cualquier candidato vale, incluso usted señor Iglesias».
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«Puro teatro», La Lupe.
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