«No os vais a librar de mí» fue el primer parte de guerra de la flamante ministra de Defensa. Después de una campaña protagonizada por ella misma, de voy a ser ministra porque yo lo valgo, su próximo objetivo es atrincherarse en Génova para preparar el asalto al poder.
No deja de ser curioso que su primera misión sea en Sicilia, como si lanzará un mensaje en clave a todos sus críticos dentro y fuera del Partido Popular de cara al Congreso de febrero. Esto no va a ser «Juego de Tronos» y todavía podéis encontraros una cabeza de caballo como en «El Padrino».
La primera de las batallas se libró en festivo, el día de la Almudena, mientras sonaban las campanas de la catedral anunciando sin querer la inesperada victoria de Donald Trump. Las ideas de una reunión de todos los vicesecretarios llegó a Mariano Rajoy por boca de Jorge Moragas. El Congreso no podía ser tan simplista que sólo marcará un único eje: Cospedal sí o no.
El presidente reaccionó, dándoles voz a Maíllo, Levy, Casado y Maroto, ya que les negó ministerios, dirigiendo una ponencia cada uno. Es consciente de que no puede prescindir de ellos. Actúan con otro código que respeta. Son más creíbles si critican el besamanos de Rita Barberá ante Felipe VI cuando este lunes hará el paseillo ante el Supremo.
Desde junio de 2015, Cospedal los contempla como alienígenas surgidos de otro planeta, a los que no ha sido capaz ni de intuir ni controlar. La distancia es tan abismal, como la que se marca con el sol, sin tener en cuenta de que si se acerca, se puede abrasar. Los vicesecretarios son los nuevos satélites de Génova conectados permanentemente a Rajoy. Demostrando que la estrategia de Moragas fue la acertada.
Otra contienda clave se libra entre Cospedal y Soraya Sáenz de Santamaría. Un detalle que pasó desapercibido durante su toma de posesión fue que la vicepresidenta hizo mutis por el foro, dejando que fueran otros quiénes le apoyarán. Entre ellos, su equipo fiel de la sede reformada en negro. Alberto Durán, asesor legal del PP, y Carmen Navarro, tesorera, los dos imputados por la destrucción de los discos duros de los ordenadores de Bárcenas.
No hay que olvidar que el gabinete jurídico del PP está en manos de Cospedal. Hasta el punto de que Rajoy se enteró de que habían pedido la nulidad del juicio del caso Gürtel como Felipe González, por la prensa. Montando en cólera por una decisión que tomó la secretaria general por su cuenta y riesgo.
De aquí a febrero, el barro puede salpicar. De un lado y otro. Ha empezado una guerra soterrada dentro del PP. Ahora le ha tocado a la trinchera de Cospedal con fuego amigo con la imputación de la cúpula del PP de Toledo. Detrás se mueve la sombra de su mayor adversaria. Si lo anuncia en rueda de prensa, con su estilo en diferido, puede imitar a Gila. «¿Es la guerra? ¡Qué se ponga!».
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