No dejo de pensar en Nadia. A estas alturas no necesita presentación. Sigue siendo una niña de 11 años con una enfermedad rara, que estos últimos dÃas se despierta con pesadillas. Pienso cuáles serán sus sentimientos cuando se levante por la mañana. Sus padres no estarán. Detenidos por estafa. Después de pasar la semana anterior por distintos platós de televisión, donde todos la abrazaban, la mimaban, parecÃan que la querÃan. Esos mismos medios, rodean su casa, pero su objetivo no es dar cariño. ¿Acaso ya no hay que salvarla? ¿Cuando realmente no hay nadie para Nadia?
Cuando los focos se apaguen, ¿cómo será su lucha? Cuando tenga suficiente conocimiento para recapacitar sobre la vorágine de estos dÃas. O quizá nunca sea consciente. No sé cómo actúa la tricotiodistrofia, y después de los últimos acontecimientos me niego a copiar lo que dice algún enlace por internet.
Hasta hoy no he leÃdo el reportaje que disparó el fraude, consiguiendo recaudar hasta 153.000 euros despertando la solidaridad de personas atrapadas por el relato de una niña enferma que envejece de forma prematura, cuyo padre sobrevive a un cáncer terminal. Y sÃ. Ahora se puede afirmar como Pedro Simón en su artÃculo, que «esta es una historia exagerada». Pero en lugar de hermosa, es triste. Muy triste.
«¿Hasta dónde estarÃa dispuesto a llegar por un hijo?», es la pregunta que parece justificar cualquier comportamiento, como si fuera un bálsamo de Fierabrás. Mi respuesta serÃa todo. Pero la realidad es que a través de ella se cuela con indulgencia la mentira, las exageraciones que dañan más que nunca a una pequeña vÃctima de sus padres y a todas aquellas criaturas que de verdad necesiten dinero para operarse en Houston o buscar a un cientÃfico bajo las bombas en Afganistán.
La historia de Nadia es también el reflejo de una mala praxis, cuando triunfa el dicho que mata a cualquier periodista: «No dejes que la verdad te prive de un buen titular». No fue la única vez. En diciembre de 2012, Simón escribÃa que «si no logra 47.000 euros para operarse en enero, el declive será inmediato». Quizá nos falta tiempo para verificar tantas mentiras.
Aunque desgraciadamente, ni nada ni nadie podrÃa imaginar que Nadia tendrÃa que enfrentarse a un más difÃcil todavÃa.
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