Madonna, ese icono de varias generaciones, esa diosa del los cambios de look y ese genio de la música y el espectáculo que comenzó en Nueva York sin dinero ni para el metro, es observada con lupa por Miley Cyrus, la nueva “escandalosa” del momento, que pasó de la mansión de papá el cantante a copiar portadas de su idolatrada Madonna.
Ahora Miley, al igual que la “ambición rubia” hizo para su primera campaña con Versace, se ha teñido “todo pelo viviente” de platino para una portada en la revista W, dando una imagen imposible de reconocer comparada con portadas antiguas en otras cabeceras.
Es algo cercano a la evolución del mono al hombre descrita por Darwin: un milagro de la evolución. El mimetismo de la Cyrus es fácil de conseguir desde el podio de salida en Beverly Hills. Lo difícil fué para Madonna Louise Ciccone, de familia católica, padre antiguo y madrastra incluída, sacar la cabeza sola entre 7.000 millones de habitantes que hay en el mundo.
Madonna, contrataca y lanza finalmente este pasado fin de semana, su propia línea de cosmética, MDNA SKIN, que por el momento comienza con 3 productos básicos de venta en Japón, de manos de la empresa japonesa MTG. A través de las redes sociales, la Ciccone ha escrito sobre las rutinas de cuidado diarias recomendando #MDNASKIN y añadiendo una foto suya tumbada junto a la bañera.
Está claro que Madonna -venda o no venda cosmética- no está dispuesta a desaparecer del cartel ni a dejar de dar que hablar.
Lleva la friolera de 32 años siendo el epicentro de las miradas del mundo y su perseverancia no parece flojear.
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