Michelle Obama es una de las pocas mujeres del mundo que se permite hacer lo que quiere. Quizás solo Angela Merkel cumple la misma premisa, con muy distinto resultado, por cierto.
En su viaje a Arabia Saudita con Barack Obama, Michelle acompañó a su marido a rendir pleitesía a los dueños del mundo en términos de crudo y de billetes. Apareció sin cubrir y sin hijab, el velo que tapa cabello y cuello únicamente.
Vestía un colorido modelo de corte occidental, aunque iba cubierta de pies a cabeza, con pantalones, manga larga, escote a la caja y abrigo. En los años que lleva siendo la “primera dama” casi del mundo, nunca había llevado a cabo una afirmación tan poderosa y productiva de los derechos humanos y en particular, de las mujeres.
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