No es la primera vez que Dior se acerca a China. De hecho, su campaña de publicidad de hace 7 años tenía como fondo Shanghai, una ciudad potente que está superando a Pekín en muchos sentidos.
Los franceses “huelen” el efluvio de los Yuanes y se “orientan a Oriente”. Pero cuidado, a los chinos no les gustan las marcas que les hacen la pelota o que se esfuerzan con ellos. Esto es como lo de Groucho Marx, que no quería ser de un club que le aceptase a él como miembro. Y si no, que se lo digan a Burberry, que con tanto insistir en aperturas de tiendas y desfiles en China, se ha quemado allí y pierde cuota de mercado. La ley de la moda es la ley del deseo.