Una manada gigante de 800 millones de viajeros interesados en las ciudades de interior aparecerá cual marabunta por Europa en los próximos 15 años, convirtiendo al turismo en la «industria» con más ingresos del mundo.
Que España sea el segundo país en ingresos por turismo del mundo, el tercero en llegadas y el segundo en patrimonio histórico artístico según la Unesco es pan para hoy y hambre para mañana, si no lo sabemos organizar y comunicar bien fuera de nuestras fronteras. Otros países occidentales nos están empezando a ganar la batalla. Con seis millones de parados más vale ir agudizando el ingenio.
En los años 60 despegamos con un turismo de playa que aún sigue vivo; pero que ni puede solucionar nuestra tostada económica ni beneficia a todas las provincias por igual. Es nuestro deber mantener en buena forma y actualizado ese turismo de sol y playa, mientras que ponemos el pie en el acelerador del turismo urbano, de gran interés para los millones de visitantes que van an a venir a conocer Europa en los tres próximos lustros y se van a dejar la visa temblando.
Los mercados chino, árabe, brasileño y ruso son fundamentales de cara al futuro y España parece ser el único país occidental que no se e centra en ellos; a pesar de contar con una historia, un patrimonio, una diversidad, un clima y una riqueza cultural, de ocio y de gastronomía que ningún otro país posee. Somos «la bella durmiente» que espera al príncipe del turismo con las puertas del castillo cerradas a cal y canto.
La auditora y consultora Grant Thornton presentó ayer en el Madrid el libro «Todo nuevo bajo el sol», que incluye ideas y reflexiones de 25 directivos españoles relacionados con el sector turístico. Durante la presentación, Javier Fernández Andrino, ejecutivo clave de El Corte Inglés, recordó que los Gobiernos de Estados Unidos y Gran Bretaña estudian al detalle el gasto medio por turista, sector, día y nacionalidad para proyectar estrategias concretas en los campos de cultura, compras, restauración, parques temáticos y hostelería.
Destacó cómo los brasileños gastan una media de 10.000 euros por viaje, los chinos unos 5.500 y los turistas europeos únicamente 670. Teniendo en cuenta el enorme futuro de estos mercados emergentes, es clave centrarnos en ellos. Pero el acuerdo entre instituciones públicas y privadas es imprescindible para poder crear y transmitir un mensaje sólido y atractivo de España, que aún podría liderar el «boom» del turismo urbano, replicando el éxito conseguido por el turismo de sol. A por ellos.
(Foto portada: Luxury Suites Hotel en Madrid)