Audrey Kathleen Ruston, nacida en el sur de Bruselas tal día como hoy hace 85 años, conocida como Audrey Hepburn, no dejó indiferente a nadie con su estilo y su clase.
Su madre, la baronesa Ella Van Heemstra, era hija del gobernador de la Guayana Holandesa y descendiente de Eduardo III de Inglaterra a través del Conde de Bothwell, James Hepburn. Es por eso que su padre aceptó llamarla Hepburn-Ruston.
Estudió en un internado británico pero no pudo frenar su amor por el ballet, que la llevó a participar en producciones musicales diversas en Londres y en alguna obra de teatro.
Debutó en el cine de primera con Vacaciones en Roma, por la que ganó un Oscar. En la foto, lo recibe, con un vestido de su adorado Givenchy, con la silueta típica de los 50, influida por Christian Dior: el New Look, de cintura ceñida y falda abullonada.
En cada película presentaba un estilismo nuevo que hacía historia.En la siguiente, Sabrina, puso de moda “la petite robe noire” -el vestidito negro sencillo- y las bailarinas planas, a veces llamadas sabrinas.
En “Desayuno con Diamantes” lució bisutería espectacular, peinados originalísimos y unas gafas de Oliver Goldsmith que se han hecho famosas (foto inicial de este post). Todos creen que son de Ray Ban y los de Ray Ban calladitos. Puso de moda las gafas como accesorio imprescindible a casi cualquier hora del día.
Con otros premios en cartera y convirtiendo en oro todo lo que tocaba, Audrey se aficionó a la moda dentro y fuera de las pantallas. En la foto siguiente, con el maestro zapatero Ferragamo, que realizaba calzado a medida a todas las estrellas.
Fue ella la que puso de moda el twin-set junto a Grace Kelly.
Audrey popularizó la raya del ojo exagerada e incluso el maquillaje de las cejas.
Fue la primera actriz importante que se atrevió con el pelo corto estilo “garçon” que tanto le favorecía.
Lucía los sombreros como nadie.
Puso de moda los pantalones pitillo muy estrechos y el total look en negro.
Su lealtad al diseñador Hubert de Givenchy fue eterna. Lució algunas de sus mejores creaciones, aunque en la siguiente vemos una clara influencia de Balenciaga, maestro de Givenchy.
Fue radical y original con algunos de sus tocado y accesorios, sin dejar de ser elegante. Aquí en su segunda boda, conAndrea Dotti.
Audrey dedicó gran parte de su vida a Unicef, especialmente a zonas de Asia y África especialmente desfavorecidas. Y a los 63 años, la más elegante de las “Embajadoras de Buena Voluntad” de Unicef de todos los tiempos, nos dejó, no sin recordarnos que lo bello y lo bueno a menudo si van juntos.
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