Cuando en 1920 Millán Astray fundó la Legión, lo hizo como “Tercio de Extranjeros” para luchar en la Guerra de Marruecos. Se inspiró para ello en la Legión Francesa, adoptando muchos elementos de aquel uniforme en tonos caqui. Pero fue el reconocible pantalón de campaña de la legión española, con sus bolsillos laterales y su corte relativamente ceñido, el germen de la moda del pantalón “cargo”.
Los colores del uniforme de la Legión española, tonos tierra o dibujos de camuflaje años más tarde, eran los adecuados para mimetizarse con el entorno en el norte de África. Inspirados en las camisas y pantalones de la Legión francesa, la modalidad española escogió directamente añadir bolsillos laterales en los que poder trasladar munición, mapas, alimento o efectos personales, algo que en la Légion étrangère se suplía incialmente, allá por la fecha de su fundación en 1831, con un complejo correaje de bolsitas de cuero que en España se simplificó.
Estos pantalones fueron replicados en 1938 por las Fuerzas Armadas británicas conformando su uniforme de batalla. Su practicidad y relativa comodidad hizo que pronto pasaran al ejército estadounidense en la Segunda Guerra Mundial. Y de allí a las películas de guerra en Hollywood y al imaginario colectivo de la lucha moderna. Fue así como el atuendo que en 1920 Millán Astray calificó de “práctico, cómodo, vistoso y económico” se convirtió en un atuendo reconocible, admirado… y copiado.
Los rebeldes cantantes de hip-hop de los años 90 retomaron el pantalón “cargo”, con sus reconocibles bolsillos externos con fuelle y tapa y lo convirtieron poco a poco en la ropa de calle más rompedora.
Funcionales, resistentes y fáciles de lavar, se apoderaron del guardarropa casual norteamericano, pasando directamente al armario femenino en versiones más ajustadas y ligeras. Actrices y cantantes también hicieron suya una prenda que se ha integrado en el vestuario del siglo XXI.
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