No hay que preguntarse si habrá procesiones de Semana Santa en 2021, sino si muchas cofradías de Córdoba serán capaces de sobrevivir a muchos años sin poder salir a la calle. No puede faltar nunca la canción de que la hermandad se vive todo el año en las oraciones de cualquier día y en las misas mensuales, que suena los acordes de que los cultos son muy importantes, pero muchos de los que levantan a las cofradías en la calle se las saltan sin contemplaciones cuando ponen el disco.
He conocido a cofrades a los que no les hubiera importado que sus titulares no salieran, porque su devoción casi temía al momento en que la imagen se subía a un paso para moverse; sé de gente que vive con naturalidad el culto regular y la estación de penitencia, pero también soy consciente de que son más, y crecerán conforme pase el tiempo, los que no tienen interés por lo que no sea un paso moviéndose.
Cuando han podido abrir sin tantas restricciones las iglesias que se habían cerrado a cal y canto contra el coronavirus muchos cofrades se han llevado la desilusión de ver que los suyos no han corrido a ver de nuevo a sus imágenes, como si no les debieran oraciones ni visitas, como si no les tuvieran que agradecer nada en los tiempos en que la muerte y la enfermedad se han paseado por las calles como el ángel exterminador que iba por Egipto en la primera Pascua judía.
No es sólo enfermedad del pueblo que no entiende a las cofradías en la calle si no es una vez al año, por un solo sitio y sin comprender en absoluto lo que tiene delante de las narices, sino también de quienes están dentro, que por algo son de la misma ciudad. Si tarda en llegar la vacuna, las medicinas no bastan y hay que seguir prohibiendo las bullas – ¿dónde quedó, por cierto, la genial idea de hacer un examen de recuperación en septiembre?- las cofradías tiene el riesgo de marchitarse como las antiguas solteras de las coplas a cuyo balcón no iba nadie. Los nazarenos despistados que no puedan ponerse la túnica dejarán de pagar las cuotas, los que entraron sólo para meterse bajo unas trabajaderas se marcharán en busca de algún deporte en el que haya más medidas de seguridad y las bandas terminarán cansándose de ensayar y montar sin ver frutos.
De una raíz tan endeble y un tronco tan frágil salen en Córdoba 38 milagros, en lugar de 38 cofradías, así que en la fiesta de las paradojas habrá que temer que el sencillo culto a las imágenes no termine engullido al faltar el gran esfuerzo de sacar pasos a la calle.