Cuatro días antes de que el Señor Rescatado se marche para su restauración ha llegado al Juramento el paso en que San Rafael saldrá algún día por las calles de la ciudad que protege. Al primero le visitan todos los viernes y todos los días miles de personas que le confían las cuitas en los ojos y en las manos. El Arcángel está presente en todos los rincones de la ciudad, pero bajo el templete neoclásico es como si estuviera en persona.
Hubo un momento en la historia en que los cordobeses hicieron grandes aquellas devociones con el rezo callado de todos los días y sobre todo de las ocasiones especiales. El primer viernes de marzo, el 24 de octubre, el Domingo de Ramos y el 7 de mayo, por ejemplo. A partir de cierto momento, quienes llegaron se lo encontraron todo hecho y no tuvieron más que llegar y rezar, pedir y agradecer, si es que se terciaba.
En 1991, cuando la anterior restauración del Rescatado, su cofradía emprendió una campaña para buscar fondos con el reclamo del cariño que en toda la ciudad tenían al Señor. Ahora la hermandad de San Rafael muestra la estampa majestuosa y alada para buscar colaboración para terminar el paso. No es cualquier imagen, es San Rafael, el mismo de los azulejos de los patios, de las lápidas del cementerio y de las estanterías de las casas.
Habrá quien piense que uno y otro, Dios encarnado y uno de sus funcionarios más cualificados, están puestos para rezar como está el Ayuntamiento para gestionar. Como una fuente callejera en la que se bebe, como están los semáforos del tráfico y como lucen las farolas de la calle. Todo eso se paga porque los impuestos hacen honor a su nombre y son obligatorios. Quién sabe si con estos cordobeses el Rescatado habría crecido incluso sin cofradía y se hubieran levantado los triunfos a San Rafael donde se le pide por el fin de la pandemia.