Tiene toda la pinta de que la prohermandad de María Santísima de la O no ha condicionado con ningún requisito a los autores que han participado en su exposición. Quizá tuvieran que representar a su titular, que para algo la muestra es del 25 aniversario de la Virgen, pero a los artistas no se les pidió que la Virgen sea calcadita, que vayan no sé qué elementos simbólicos que se explicarán en folio aparte o que por su lenguaje la obra pueda estar colgada igual en una taberna cofrade que en el salón de una casa con padre costalero, madre mantilla y niños nazarenos.
Y si les pidieron algo así, que no creo, desde luego que no han hecho caso, porque de la inspiración y de las ganas de buscar de los autores ha salido una de las exposiciones más interesantes y subversivas de las cofradías en los últimos años, una ráfaga de viento fresco que ha purificado de polvo y caspa el ambiente reconcentrado de las obras pictóricas que piden y pagan las cofradías.
La burbuja que se ha creado con los carteles para las hermandades estos últimos años no ha beneficiado más que al bolsillo de los autores, un conglomerado industrial que se cría fama entre Sevilla, el Rocío y Cantillana para después recalar en provincias con obras customizadas que tendrán que ser miméticas y abigarradas para levantar aplausos. Esta exposición se anuncia también con un cartel de estética que puede parecer clásica, obra de Carmen Bernal, pero ya atrevido en el fuerte naranja.
Los jóvenes artistas que han trabajado para la O, que ya tiene experiencia en aquello de sorprender mucho más que sus hermanas mayores, lo han hecho sin otra urgencia que su inspiración misma y hay bastantes obras que merecen una mirada tranquila, como el ‘Calvario’ de Juan Miguel Zamorano, en que hay collage y técnica mixta, o el cartel ficticio de la bendición, de Juan Ramón León. Joaquín Bernal acierta con poner a la Virgen de la O en un marco de madera y Natalia García, quizá atenta al tiempo en que vive, se ha lanzado a plasmarla en un tatuaje. Ahí está la clave: nadie del siglo XXI puede mirar a las cofradías con los mismos ojos que Rodríguez Ojeda. Hay mucha vanguardia con fundamento, porque el que no conozca la tradición no sabe que es normal que el Señor de la Victoria esté en el seno de su Madre: la iconografía origina de la O es de la Virgen encinta.
El verde de Rengel es un verdadero grito en la pared por la simple fuerza del color, el patio cordobés también revela originalidad y hasta el recortable de José Montilla demuestra la voluntad de no quedarse en lo de siempre. Desde luego que hay también cosas dignas de figurar en la cuenta de Twitter ‘Carteles horribilis’, imprescindible para que los cofrades conserven la salud mental, pero hasta los errores, que pesan mucho menos que los aciertos, se toleran porque alguien en la O piensa que es necesario que la creación en torno a las cofradías salga de buscar el aplauso con lo mismo que ya le aplaudieron a otros.
Liturgia de los días