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Blogs La capilla de San Álvaro por Luis Miranda

La patita

El rosario de la Virgen de la Paz crea el precendente y rompe con el miedo de ver a una imagen en la calle

La patita
La Virgen de la Paz y Esperanza, en su rosario en la plaza de Capuchinos. FOTO: VALERIO MERINO
Luis Miranda el

Dice el tópico que la calle se hace templo cuando está la imagen pasando. Los templos ya estaban medio vacíos antes, y ahora las distancias del coronavirus al menos han llenado más bancos. Las cofradías nacieron para buscar las calles en Semana Santa y en Córdoba todavía es difícil que las llenen cuando las imágenes no van a hombros de costaleros. Lo que hizo la Virgen de la Paz el domingo fue fundir su rosario por las calles y sus cultos en la iglesia de Capuchinos, y aunque fuera para los que cabían, que no eran muchos, sí que sirvió para que las cofradías, todas con ella aunque sólo fuera una, enseñaran la patita, como dijo mi compañero Javier Comas.
Estamos aquí, podemos hacer cosas en la calle, somos capaces de organizar actos que cumplan con las normativas sanitarias y sin peligro. Antes lo había hecho allí mismo, en la plaza de Capuchinos, el Redil de la Divina Pastora con el concierto de la banda de la Esperanza ante su titular. Las cofradías fueron las primeras en cerrar con el Covid-19, porque suspendieron la Semana Santa que estaban tocando con la yema de los dedos, y cuando los colegios, los bares y los teatros están abiertos todavía no tienen fecha para la normalidad de sus pasos, sus cortejos y sus calles llenas. Ver a la Virgen de la Paz al lado del Cristo de los Faroles era como mirar imágenes de gente sin mascarilla, era volver a un tiempo tan feliz que nadie que lo era.
La solución de la Paz, inspirada en el cuarto centenario del Gran Poder, no puede ser abierta e incluyente como lo es una Semana Santa en la calle, pero abre el camino, consigue el precedente de la autorización y rompe con el miedo: es posible que las imágenes salgan. El problema del fururo es para qué.

La Virgen de la Paz, durante la celebración en Capuchinos. FOTO: VALERIO MERINO

Han dicho los presidentes que no todas las cofradías tienen plazas, y llevan razón, y hay que añadir que las imágenes tienen que salir a las calles para algo, y no por el placer de hacerse fotografías en entornos bellos. Las cofradías ya llenan las ciudades en una época de iglesias medio vacías, pero el colmo de las paradojas sería que reuniesen al aire libre mucho más de lo que convocan cuando hacen eso mismo en las iglesias.

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