Luis Miranda el 18 feb, 2012 No soy de los que piensan que los cofrades tienen que tomarse hasta el café en humo de incienso, comer como trapenses y dormir en tablas, que la penitencia privada no hay que exagerarla y el esparto y los pies descalzos son una vez al año. Sin embargo, en los últimos meses me han llamado la atención que las noticias que me llegan de algunas cofradías sean siempre quinarios en honor del condumio y jaculatorias a la rica pringue de la grasa del cerdo y al espirituoso vapor que emana de los vasos. Claro que hay cultos, y misas, y besamanos y funciones penitenciales, pero abunda quien gusta de proclamar la alegría de la resurrección y la veneración a la buena vida. Sé bien que muchas cofradías saben combinar bien las cosas de Dios con las del César, y que no están reñidas ninguna de las dos con la caridad ni la espiritualidad, pero acabo por pensar que bien está que llegue una Cuaresma para empezar a mirar que el esplendor del mundo pasa, que no están tan lejos la sombra y la ceniza, que el abuso de la botella empuja a decir y hacer tonterías y que el colesterol no es más que una autopista sangrienta y sin peaje hacia el desastre. Liturgia de los días Comentarios Luis Miranda el 18 feb, 2012